Scriptorium (latín) es el lugar destinado a la escritura, que se trata de la habitación que en la Europa medieval se destinaba fundamentalmente en los Monasterios para la copia de manuscritos por los monjes escribas. A partir de diferentes fuentes escritas, registros arquitectónicos y excavaciones arqueológicas han demostrado al contrario de lo que se cree popularmente, que este tipo de habitación raramente existía. La mayoría de los manuscritos monásticos fueron hechos en huecos, hornacinas o celdas situadas en el claustro, o dentro de las propias celdas de los monjes. Las referencias que aparecen en los modernas investigaciones científicas referidas a los “Scriptoria” normalmente se refieren más a la actividad escrituraria colectiva que se hacía dentro de un monasterio, más que a una habitación o espacio reservado.
Los comentarios más tempranos sobre la Regla benedictina incluyen e insisten en la labor de transcripción como una de las ocupaciones comunes de la comunidad monástica. San Jerónimo vió en los productos del “Scriptorium” una fuente de ingregos para la comunidad monástica.
Gracias a los escriptorios de los monasterios de la Edad Media se conservaron intactas obras de Homero, Platón, Esopo, clásicos latinos, Libros de Medicina y muchos documentos valiosísimos para la Humanidad. Además en los escriptorios se llevó a cabo un gran trabajo de traducción de textos musulmanes quienes habían traducido primero los clásicos originales del griego al árabe.