La aproximación al Schloss Nymphenburg, que se hace por la ribera de su canal poblado de cisnes (lugar que es muy frecuentado por patinadores y entusiastas del hockey sobre hielo en invierno) presenta una imagen de asombros asimetría, contradiciendo el hecho de que el palacio fue construído por cuatro miembros de la familia Wittelsbach a lo largo de un siglo. Aunque construido como residencia campestre de verano, ha quedado absorbido ahora por los suburbios occidentales.
Diversos arquitectos destacados de los siglos XVII y XVIII contribuyeron con su genio a la construcción de este palacio y los edificios que lo rodean. Agostino Barelli diseñó el pabellón central entre 1664 y 1674, un regalo del elector Ferdinand Maria a su esposa Henriette Adelaide. Antonio Viscardi lo amplió en 1702 en nombre del elector Max Emanuel, añadiendo pabellones laterales conectados a la casa principal por galerías. Luego en 1715, Joseph Effner añadió las alas, y sustituyó el estilo italianizante de arquitectos anteriores por uno basado en modelos franceses. El interior muestra una suntuosa decoración barroca, incluidos unos espléndidos frescos en el gran salón. Aquí está también la famosa ‘Galería de Bellezas’ del rey Luis I, con 36 retratos de las favoritas del rey, incluidas sus amantes Lola Montez y Helene Sedlmayr, pintados por Josef Stieler entre 1827 y 1850.
El parque
Es la característica más notable de Nymphenburg con sus pabellones de caza, templos y naves. El parque comprende 221 hectáreas y fue rediseñado por el brillante jardinero paisajista Friedrich Ludwing von Sckell en 1805. En este lugar, Effner construyó la casa de recreo barroca llamada Pagodenburg (1719) que se eleva junto al más pequeño de los dos lagos, en los terrenos del palacio.
Effner lo continuó con el Badenburg un pabellón de baño situado en la esquina del gran lago, que fue terminado en 1721. Cada uno tiene un parterre barroco con cascadas. Luego construyó su Magdalenenklause, una extraña ruina incrustada de conchas, diseñada como ermita, terminada en 1728 y amueblada con una capilla gruta y una estatua de Santa María Magdalena.
Como regalo para su esposa Amalia, Karl Albrecht, el hijo de Max Emanuel, encargó a Cuvillés el viejo diseñar el suntuoso y rococó Amalienburg (1734) que fue decorado con obras de estuco y frescos por Johann Baptist Zimmermann y sus hermanos, y que cuenta con un salón de espejos profusamente decorado; si se sitúa en el centro del salón y se mira en los espejos se verá reflejado diez veces en ellos.