El actual convento de Santo Domingo de Bonaval es del siglo XVIII y sustituye a la primera edificación gótica atribuida a Juan de Orleáns; posee un claustro protobarroco de Leonell de Avalle, con columnas dóricas, en una de cuyas esquinas atrae poderosamente la atención la famosa triple escalera de caracol que constituye un prodigio de virtuosismo técnico (tres escaleras de 1,70 m en una circunferencia de 5,43 de diámetro) que reafirma una vez más el buen hacer de Domingo de Andrade. En la portada exterior, el recuerdo de Santo Domingo y el escudo del insignie benefactor el arzobispo Monroy, que había venido a España procedente del Generalato de la Orden dominica en México.
La Iglesia es de estilo gótico, que fue propagado en la región gallega por las órdenes mendicantes, aunque no lograron desterrar la innata tendencia del románico, que en esta tierra perduró durante la Edad Media. Tiene planta basilical con tres naves y sus correspondientes ábsides poligonales, con bóvedas sustentadas por arcos apuntados y de medio punto; es destacable el ábside central con ventanales apuntados.
Por sus dimensiones y el gran espacio de las capillas y tramos da en principio, cierta impresión de desorganización, sin embargo no pierde la unidad de sus bóvedas de nervios y de los esbeltos pilares que la soportan.
Perduran sepulcros de la casa de Altamira que ostentaba el patronazgo, y el púlpito en el que predicó San Vicente Ferrer. También se conserva en el ábside Sur una Virgen gótica del siglo XIV.
Además de las restauraciones del siglo XVIII se realizan otras en 1912 por Ferrand, y hoy es monumento nacional.