La construcción del Palacio de Santa Catalina fue un encargo al arquitecto alemán Johann-Friedrich Braunstein en 1717 por la Emperatriz Catalina I de Rusia.
Años más tarde (1752) su hija Isabel pidió al arquitecto Bartolomeo Rastrelli que demoliese la antigua estructura y la reemplazara por un edificio más grande y llamativo estilo rococó.
El complejo del Palacio de Santa Catalina consta de varios edificios. El principal tiene una longitud de 340 m. Su fachada está decorada de grandes ventanales ornamentales y se utilizó el contraste del barroco ruso: azul, blanco y dorado. Es la expresión más ornamentada del barroco y de ahí su espectacularidad.
Se usaron más de 100 kilos de oro solo para decorar la fachada.
El Palacio de Santa Catalina es conocido sobre todo por el gran conjunto de habitaciones de Rastrelli, conocidos como la Enfilada Dorada.
Entre las estancias del palacio destaca el gran Salón Dorado o Salón del Trono. La visita a este salón puede abrumar por la profusión de dorados que están presentes en cada minúsculo detalle de esta estancia, y que se multiplican hasta el infinito por la multitud de espejos. El Salón Dorado o Salón del Trono, llamada en el siglo XVIII Galería Ligera, es una estancia formal en el estilo barroco ruso diseñado por Bartolomeo Rastrelli entre 1752 y 1756. El Salón del Trono estaba pensado para albergar las recepciones más importantes como bailes, cenas de gala y mascaradas. El salón estaba pintado en dos colores y tiene una superficie aproximada de 1.000 m2. Por la tarde se encienden 696 bombillas sobre 12-15 candelabros ubicados cerca de los espejos. En el techo podemos ver el fabuloso plafón de Giuseppe Valeriani “El triunfo de Rusia” de 1755.
Durante siglos el Palacio de Catalina fue la residencia oficial de los zares en verano, y fue aquí donde el último zar Nicolás II vivió arrestado hasta poco antes de su ejecución.