El Palacio de Las Dueñas se hizo famoso por ser el lugar preferido de residencia de la Duquesa de Alba, Cayetana Fritz James Stuart y donde se celebraban diversas reuniones familiares.
La Casa-Palacio de Las Dueñas, actual residencia sevillana del XIX Duque de Alba, D. Carlos Fitz-James Stuart, fue construida entre los siglos XV y XVI en Sevilla. De estilos gótico-mudéjar y renacentista tiene especial interés por unir en su espacio toda la esencia andaluza: El albero, los jardines y sus patios, la arquitectura, pintura, escultura, tapices, artes decorativas, la Feria, La Semana Santa, el Flamenco.
La Duquesa Cayetana decidió afincarse en Sevilla, donde la Casa de Alba posee la mayoría de las hectáreas agrícolas y su personalidad se refleja en cada rincón del Palacio. Lo que agrada al visitantes es que se muestra como casa vivida.
Breve historia del Palacio de las Dueñas
El Palacio de Las Dueñas fue fundado por la familia Pineda, quienes lo tuvieron que vender en el año 1484 a Catalina de Ribera por necesidades acuciantes de dinero: debían pagar un rescate por don Juan de Pineda, hecho prisionero por los moros.
El inmueble pasó a ser propiedad de la Casa de Alba tras el matrimonio de la IV marquesa de Villanueva del Río, Antonia Enríquez de Ribera Portocarrero, quien fue la primera esposa del IV duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Mendoza.
Su nombre se debe al monasterio de Santa María de las Dueñas, que en 1248 se conocía como Compañía de Dueñas y cuyas monjas se encargaban de dar servicio a reinas y esposas de los reyes de Castilla San Fernando y Alfonso X El Sabio. Este edificio se encontraba en la periferia (de la Sevilla romana, pero dentro de la ampliación amurallada hecha por Ibn Yusuf en el siglo XI-XII) y fue destruido en 1868.
Aquí nació Carlos Falcó, marqués de Griñón y marqués de Castelmoncayo, Grande de España. También nació el poeta Antonio Machado, en 1875.
Antonio Machado se refería de esta manera a Las Dueñas en uno de sus poemas más famosos: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero”. Y es que, el padre del poeta era el administrador de la Casa de Alba a finales del siglo XIX.
En el jardín de Santa Justa han pasado personajes ilustres como la emperatriz Eugenia de Montijo, el político e hispanista inglés Lord Holland, los jóvenes Eduardo VIII y su hermano Jorge VI , Alfonso XIII, Jacqueline Kennedy, Wallis Simpson, Grace Kelly y su marido Rainiero de Mónaco, entre otros.
Arquitectura del Palacio de las Dueñas
El palacio se compone de un conjunto de patios y edificios. Abarca desde el gótico-mudéjar hasta el renacentista, conteniendo muestras y detalles con toques sevillanos en sus ladrillos, tejas, azulejos, encalados y cerámicas. Posee el típico patio andaluz, al igual que la Casa Pilatos, y predominando los grandes espacios, mostrando así lo majestuoso de su conjunto.
En la entrada al palacio se puede observar el escudo del ducado de Alba en azulejo de fabricación trianera del S.XVII o XVIII, en el arco principal.
El Palacio Las Dueñas cuenta con un patio rodeado de arcos con columnas de mármol blanco que sujetan pilastras con adornos platerescos que presentan un friso plateresco también. Encima de esta galería se construyó otra con arcos de estilo mudéjar.
El arco situado al oeste del patio en las galerías bajas, también es de estilo plateresco. El altar mayor de la capilla contiene varios azulejos con reflejos metálicos, típicos de la cerámica sevillana del siglo XVI.
Subiendo a la planta alta del palacio predomina un salón cuyo techo es de forma octogonal de alfarje dorado, se asienta sobre un arrocabe con pintura al estilo renacentista. Uno de sus principales atractivos del Palacio Las Dueñas es la importante colección artística que contiene, fundamentalmente pintura española de los siglos XIX y XX, si bien alberga algunas piezas anteriores, de Bassano (Los cacharreros), Francesco Furini (La creación de Eva) y una Virgen de Neri di Bicci(que preside el altar de la capilla)
Este conjunto palaciego se trata de un ejemplo de la arquitectura nobiliaria sevillana y es Bien de Interés Cultural (BIC).
El patio principal, constituye una de las mejores creaciones del arte morisco sevillano gracias a sus arcos de medio punto adornados en sus frentes e intradós con primorosas yeserías y a las dos galerías con arcos escarzanos.
Respecto a los interiores, destacan el Salón de la Gitana, que toma el nombre de la escultura de bronce que preside la habitación obra del artista valenciano Mariano Benlliure; la Sala de los Carteles, donde se podrán ver preciosos carteles de la Feria y Semana Santa de hace más de un siglo; la Sala del Tablao, donde la duquesa practicaba flamenco con su maestro Enrique el Cojo; y la capilla, donde hasta hace bien poco se celebraba misa cada domingo. Esta es una zona de especial interés artístico por contar con piezas como «Santa Catalina Entre Santos», un Neri di Bicci del siglo XV.
A todas estas salas se accede desde la antecapilla, toda una pinacoteca en sí misma y desde la que los visitantes pasarán de nuevo al claustro y de ahí, al Patio del Aceite y al antepatio, donde se podrán contemplar esculturas de la época romana de gran valor.
Las Dueñas se pintan y se recompone cada año. Es como una renovación anual: los jardines se rastrillan y se revisten de amarillo albero. Los setos de boj y arrayán se recortan cuando el primer calor se hace presente en la ciudad de los naranjos. Sus patios se engalanan con sus mejores floraciones, geranios, clivias y plantas de flor. Las paredes, cubiertas de buganvillas, se cubren de flores. Es el anuncio de la primavera de Sevilla con las calles inundadas del aroma de azahar de sus naranjos, que en Dueñas están muy bien representados.
El arquitecto Rafael Manzano, uno de los grandes conocedores del recinto, describe en su libro Casas de Cayetana, duquesa de Alba, que “Para que un edificio de alto valor patrimonial se mantenga hay que darle vida. Sería conveniente que el nuevo duque de Alba no perdiera el contacto con Sevilla y que se planteara abrirlo a visitas externas para que conozcan su importancia. Así se garantiza su conservación. Cerrado y sin uso conllevaría al deterioro”.