El Palacio de España en Roma o Palacio Monaldeschi es desde el siglo XV la sede diplomática de España ante la Santa Sede, la más antigua dle mundo.
En 1647 el Conde de Oñate, Embajador del Rey Felipe IV, adquiere el actual edificio, cuya rehabilitación encarga al gran arquitecto Borromini -el rival de Bernini-, quien construye la maravillosa escalera de honor, una de las más armónicas de la ciudad. El Palacio de España custodia importantes obras de arte como las dos esculturas de Bernini, «El alma condenada» y «El alma beata»,la magnífica colección de tapices o los cuadros de Madrazo, Vicente López, Wieldens, Mario de’Fiori, Mengs, Nattier, Palmaroli, etc.
Durante cuatro años el Palacio de España fue residencia del pintor Velázquez, venido a Roma para adquirir obras de arte para la colección real. Aquí pintó «La fragua de Vulcano» y «La túnica de José», tomando como modelos al personal de la Embajada. Por encargo real, los Embajadores adquirieron más de dos mil pinturas de los clásicos italianos, que pasaron al Museo del Prado.
El «Privilegio del baldaquino» que preside el «Salón de los Palafreneros», rememora la presencia de un Papa el 8 de septiembre de 1857 cuando Pío IX bendijo desde el balcón de la Embajada la columna de la Inmaculada que preside la Plaza de España, a la que los Pontífices acuden cada 8 de diciembre, siendo recibidos por el Embajador.
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, la Embajada fue el centro de la vida social, política y cultural de Roma, compitiendo en prestigio con la corte del Papa. En su condición de Palacio real, cuenta con dos cámaras permanentemente preparadas para la estancia de Sus Majestades, y entre las salas de recepción hay un espectacular Salón del Trono, construido en tiempos de Carlos IV.