“La forma arquitectónica es el punto de contacto entre la masa y el espacio. Las formas arquitectónicas, las texturas, los materiales, la modulación de luz y sombra, el color, todo se combina para infundir una calidad o espíritu que articule el espacio. La calidad de la arquitectura estará determinada por la maestría que el diseñador despliegue al utilizar y relacionar estos elementos tanto en los espacios interiores como en los que envuelven los edificios” Edmund N. Bacon. The Design of Cities. 1974
La forma es un término amplio que encierra diversos significados en arquitectura. Puede referirse a una apariencia externa reconocible como sería la de una silla o la del cuerpo humano que en ella se asienta. También cable que aluda a un estado particular en el que algo actúa o se revela por sí, como por ejemplo, al hablar del agua cuando es hielo o vapor.
En arte y en diseño se emplea a menudo para denotar la estructura formal de una obra, la manera de disponer y de coordinar los elementos y partes de una composición para producir una imagen coherente.
En el contexto de este estudio, la forma sugiere la referencia a la estructura interna, al contorno exterior y al principio que confiere unidad a todo. Frecuentemente, la forma incluye un sentido de masa o de volumen tridimensional, mientras que el contorno apunta más al concepto de aspecto esencial que gobierna la apariencia formal, es decir, la configuración o disposición relativa de las líneas o perfiles que delimitan una figura o forma.
El contorno. Es la principal característica distintiva de las formas. El contorno es fruto de la específica configuración de las superficies y aristas de las formas.
Además del contorno, las formas tienen las siguientes propiedades visuales:
El tamaño: Las dimensiones verdaderas de la forma son la longitud, la anchura y la profundidad; mientras estas dimensiones definen las proporciones de una forma, su escala está determinada por su tamaño en relación con el de otras formas del mismo contexto.
El color: Es el matiz, la intensidad y el valor de tono que posee la superficie de una forma; el color es el atributo que con más evidencia distingue una forma de su propio entorno e influye en el valor visual de la misma.
La textura: Es la característica superficial de una forma; la textura afecta tanto a las cualidades táctiles como a las de reflexión de la luz en las superficies de las formas.
Bibliografía: “Forma, Espacio y Orden”. Francis D.K. Ching