Po la Alfalfa y la calle de las Águilas, en el eje de la Puerta de Carmona, se encuentra la Casa de Pilatos o el Palacio de Pilatos, palacio de los duques de Alcalá, que allí residen. Un fabuloso ejemplo de la arquitectura sevillana del siglo XVI. Es una de las tres primeras joyas de arte de Sevilla. Arquitectura muy característica de la ciudad, por interferencia de los elementos góticos, mudéjares y platerescos. Comenzaron las obras en los últimos años del siglo XV, terminándolas su propietario, el primer marqués de Tarifa, que la colmó de alhajas y preciosidades bibliográficas y numismáticas, al gusto de un gran señor del Renacimiento. Es opinión vulgar la que la traza de esta fábrica se inspiró en el Pretorio de Jerusalén. De aquí los nombres dados por el pueblo a sus salones y aposentos. Son muy notables la portada de mármol, labrada en Génova; el apeadero y, por sobre todo el patio y escaleras, de soberbios alicatados de azulejos de cuenca, policromos y de reflejos metálicos, para el arqueólogo Gestoso los mejores de España. El sabio aparece exornado en los ángulos por cuatro colosales estautas, sobre pedestales, con rasgos dos de ellas de la “Minerva Lemnia”, de Fidias: “Palas”. Hay bustos de Emperadores romanos, en repisas y horncinas, recogidas en Roma, Capua y Nápoles. Aquí se dice, bebieron inspiración y norma los imagineros de los talleres sevillanos. Más azulejería, artesonados riquísimos, yeserías primorosas, en el Pretorio, Salón de los Jueces, Capilla y Sala de las Fuentes, donde está la llamada “Mesa de los treinta dineros”. Ejemplar maravilloso y único del siglo XVI sevillano es, por su originalidad, la escalera, de cuatro tramos, robustas forjas, techos dorados y cúpula de lacerías sobre pechinas de mocárabes formando piñas.
La Casa de Pilatos
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