El pintor inglés Francis Bacon nació en Dublin. En 1928-29 se trasladó a Londres, donde trabajó como decorador de interiores. Como pintor fue autodidacta; conocemos pocas obras suyas anteriores a 1944, pero en ellas se observa la influencia de Picasso, especialmente en sus figuras deformadas y difusas. Dicha influencia se aprecia también en su primera gran obra, Tres estudios para figuras a los pies de una Crucifixión (1944; Tate Gallery, Londres) un tríptico en el que están representados unos seres extraños y siniestros, al mismo tiempo agonizantes y amenazadores cuyos tonos grises destacan sobre un fondo naranja.
El impacto de esta obra cuando se expuso por primera vez en Londres en el mes de abril de 1945 no debe contemplarse sólo a la luz del momento actual del arte, sino también teniendo en cuenta las tendencias pictóricas inglesas del momento hacia un romanticismo dulzón o hacia un nuevo humanismo.
Sus pinturas posteriores siguen siendo chocantes y en algunos casos atemorizadoras. Entre ellas cabe citar una serie de Papas boquiabiertos gritando y bostezando basados en un cuadro de Velázquez: Bacon empezó a tratar este tema hacia 1949 y vuelve a aparecer a lo largo de toda su obra.
La yuxtaposición de carne viva y de pedazos de carne de reses muertas en éstas y en otras pinturas hace el efecto de memento mori. Su semejanza se acentúa mediante la técnica de Bacon con la pintura, dispuesta en pesadas manchas para sugerir la vulnerabilidad y flexibilidad de la carne y la sangre. Este procedimiento da como resultado imágenes borrosas que recuerdan a la fotografía fuente de inspiración cosntante de Bacon.
En efecto le fascina cómo una figura captada en una acción violenta pierde su identidad humana y explora este tema en sus cuadros basados en los estudios del cuerpo en movimiento realizados por Eadwaerd Muybridge.
El arte de Bacon está dominado por un sentido del riesgo que, según este pintor, es un elemento inherente a la vida, exprensándose tanto en su técnica intensa y carente de premeditación como en el acabado de lienzos, imposible sin destruir ante varios lienzos fallidos. Incluso los retratos de sus enemigos están en una postura precaria, con una somera indicación de espacio y apoyo.