El patrimonio histórico y cultural contine el alma de las ciudades. La pasión de los constructores anteriores al modernismo quienes creían en la magnificencia de una obra, ha ido desapareciendo poco a poco.
Pueblos y ciudades en todo el mundo civilizado serían mejores lugares, con gran belleza y un aura de exaltación del espíritu además de un sentido de pertenencia, si el “movimiento moderno” del Siglo XX nunca hubiese pasado por su suelo.
Los modernistas arruinaron nuestros pueblos y ciudades con edificios absolutamente monstruosos, faltos de personalidad y carácter; con una fealdad enorme y por sobretodas las cosas sin alma. El patrimonio histórico de muchas ciudades ha sido destruído en pos del lobby modernista de los nuevos arquitectos de las nuevas formas.