El edificio de la sede central del Edificio del Banco de la Nación Argentina ubicado de frente al lado sureste de la Casa Rosada, es una construcción estilo neoclásico francés.
Entre 1857 y 1888 funcionó aquí el primer Teatro Colón, pero su historia como banco se remonta al año 1891, cuando el sistema financiero argentino estaba en crisis. Para apoyar a los productores agrícolas y ganaderos, el Gobierno Nacional fundó este banco con capital estatal. Hoy, el Banco de la Nación Argentina cuenta con más de 500 sucursales en el país y en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa.
El edificio actual, obra del arquitecto Alejandro Bustillo, con su fachada de piedra, pisos de granito y paredes revestidas de caoba y cedro, fue inaugurado el 21 de julio de 1944.
Además, dentro del edificio está el Museo Histórico y Numismático con una colección inédita de documentos, billetes y monedas. También se destaca por el mobiliario y la presencia de elementos que hicieron a la historia de la actividad bancaria.
El edificio del Banco Nación, es una mole de 40 metros de alto y 100 mil metros cuadrados -la sede bancaria más grande del país- permite comprobar que cumplió el pedido y que, sin duda, es uno de los hitos en la vasta obra de Bustillo, en la que el sello personal aún perdura.
Al momento de ser inaugurado, el edificio tuvo novedades como una central de telefonía para 20 internos (hoy hay unos 5000); dos correos neumáticos de caños de cobre y ultrasilenciosos de casi nueve centímetros; llaves maestras por piso para la apertura mecánica de las puertas; un circuito de agua helada para los bebederos y otro de relojería general para comandar los relojes de todo el edificio.
No es casual que un ex ministro de Economía de los 90 se encandilara y quisiera mudar el despacho a él -antojo que compartía con el entonces presidente- o que otro colega más reciente en la cartera de Hacienda lo eligiera de vivienda temporaria hasta que un diario lo dejó en evidencia.
La historia que se repite afirma que Bustillo -arquitecto favorito de la clase alta y de vínculos políticos intensos- recibió aquella consigna de “monumento eterno” en las postrimerías de la década infame y lo concibió con detalles de un club inglés que la llegada del peronismo le impidieron materializar como incluir pileta, gimnasia, cancha de básquet, handball y tenis y dos polígonos (sólo hay uno).
El edificio por dentro
El edificio se levantó en terrenos que hoy delimita la avenida Rivadavia y las calles Reconquista, Bartolomé Mitre y 25 de Mayo, donde había un enterratorio en épocas de la colonia-por la cercanía con la Catedral- y ya en el siglo XX, la primera sede del Teatro Colón. La elección del sitio no fue antojadiza porque se pensó al banco como una parte del conjunto urbano formado por Casa de Gobierno, Ministerio de Economía y ex Banco Hipotecario, que rodean la Plaza de Mayo.
La entrada principal tiene “un importante pórtico tetrástilo cuyas columnas adosadas al muro se definen por sus capiteles corintios, con hojas de acanto y volutas de diseño excepcional, y están rematadas en un frontis que naturaliza el lenguaje clásico y cierra en una mansarda sintética”, es la descripción técnica que ofrecen desde el área de Gestión de Información Edilicia. “Las fachadas acusan un manejo profesional de los elementos decorativos con calidad compositiva y artística. Las caras laterales muestran un predominio de aventanamientos verticales ordenados rítmicamente. Predomina el eje de simetría y la idea de regularidad, presentes en los métodos proyectuales del academicismo tardío francés. Todos estos factores, la composición Beaux Arts y el control riguroso del vocabulario estilístico ponen en evidencia la capacidad de recreación histórica que poseía Bustillo”.
Para gran parte de la estructura e interior se utilizaron materiales de carácter imperecedero, casi inmutables, como mármol (predomina travertino, granito rojo y estuco), piedra y bronce, “fundamentales para acompañar la expresión formal y la imagen de perpetuidad que se pretendía alcanzar”. Las fachadas son de piedra cuarcita traída de Chapadmalal y Balcarce.
En los subsuelos
Se distribuyen las actividades de servicio bancario (cajas de seguridad personales y el tesoro, en una superficie de 2500 m²); el estacionamiento para funcionarios, personal jerárquico y camiones de caudales; talleres de electricidad, herrería, carpintería, plomería y pintura y sala de máquinas. También existe un polígono que hoy utiliza personal de Policía Federal pero que fue concebido para los empleados en una época en la que debían transportar valores.
La planta principal
Es de doble altura, tiene el salón operativo central y los mostradores de atención al público (en mármol y bronce), distribuidos alrededor de un círculo coronado por la cúpula. Esta magnífica estructura -de 50 metros de diámetro y 36 metros de altura- merecería una nota aparte, pero lo básico es saber que cuenta con numerosas ventanas rectangulares que permiten un ingreso generoso de luz natural y está sostenida por ocho columnas perimetrales y no pilares merced a cálculos matemáticos que Bustillo se llevó a la tumba. Esas columnas soportan toda la carga del edificio, calculada en más de 50.000 toneladas.
Los pisos dos, tres y cuatro
Hoy tienen oficinas de gerencias administrativas y legales y técnicas; el servicio médico y una vivienda para la presidencia del Banco; el sector de informática y tres comedores para la máxima autoridad; funcionarios jerárquicos y el del personal que está abierto al público en general y ofrece un menú ejecutivo de 75 pesos.
El primer piso
Apenas se traspasa uno de los ingresos se encuentra el Museo Histórico Numismático que dirige Santa Lo Scrudato y fue reabierto el último 20 de octubre luego de ocho años cerrado. La dependencia cuenta con más de mil piezas desde la llegada de Pedro de Mendoza hasta la actualidad, como una prensa de 1778 o un libro de plazo fijos firmado por Carolina Lagos García, esposa de Carlos Pellegrini, fundador de la entidad que por estos días cumplió 125 años. El espacio se puede recorrer de lunes a viernes de 10 a 17 y de allí salen visitas guiadas a las 10.30 y 14.30.
Una particularidad de los pisos 1, 2 y 3 es que oficinas y despachos están dispuestos e intercomunicados a lo largo del perímetro en forma de U y tiene además dos pasillos paralelos: uno en mármol y otro hacia el interior recubierto en madera caoba y cedro, al igual que sus pisos. También hay un sistema de entretechos por el que corren cañerías y cables y puede caminar parado el personal de mantenimiento.
Sobre la ochava de 25 de Mayo y Rivadavia se levanta el llamado salón de Mármol (de 120 metros cuadrados), con paredes, pisos y techo (trabajado por obreros italianos que Bustillo contrató en La Boca) revestidos en piedra de distintos colores y procedencias (Balcarce, Córdoba, San Luis, Córdoba y San Juan). Lo Scrudato destaca que el sello del arquitecto también está en el diseño de mesas, sillas y sillones; en la alfombra enorme de una sola pieza que cubre una parte del piso de madera; en el motor que levanta y baja las persianas (que data de la inauguración); en los escudos nacional y del banco en las puertas y hasta en un reloj estilo rococó que había estado en un palacio de Napoleón III y Bustillo donó para el acervo del banco.
En otro sector se encuentra el salón de actos para 400 personas y ya en el pasillo del directorio (paredes forradas en madera y con retratos pintados de cada ex presidente del banco) se acceden a las oficinas de los miembros de la conducción que tienen de 70 a 120 metros cuadrados y poseen baño con ducha y bidet (algo frecuente hoy pero que fue otra d las novedades para la época).
En el techo de la sala de reuniones del directorio asombra una guarda en madera tallada y en una de las paredes un tablero con el nombre de cada miembro, excepto del presidente y el vice. Se trata de otra invención de Bustillo que se repite en cada despacho hasta los subgerentes y que marca, con una luz encendida, la presencia o no del funcionario en cuestión.
Mantenimiento y detalles
Pablo Pagano y Carlos Palumbo, del equipo de Información Edilicia que conduce Carlos Sotelo, explican que el edificio no requiere de mayor mantenimiento por los materiales utilizados en la construcción, pero destacan que el movimiento obvio del paso de los años generó siete rajaduras y que las juntas de dilatación evitó mayores inconvenientes.
A la cúpula se le realizará un tratamiento de impermeabilización exterior y otro de limpieza interior y exterior que permitirá un mayor ingreso de luz natural al sector central de planta baja. También trabajan en un relevamiento total en 3D para detectar otras tareas de mantenimiento.
Hay más detalles como pinturas originales de Fernando Fader, Guillermo Butler, Luis Seoane o Antonio Berni o esculturas de artistas varios que complementan la decoración de un edificio donde las palabras parecen quedarse cortas. La firma de Bustillo aparece en la piedra exterior sobre el frente del acceso principal y en cada una de las esquinas. Lo Scrudato lo sintetiza así: “es el documento visual de la Argentina que quiso ser y no pudo”.
Números que abruman de colosales
Estos son algunos de los detalles del interior de los tres subsuelos, entrepiso, planta baja y cinco pisos cuya proyección comenzó en 1939 e implicó una obra de trece años, en dos etapas.
- Una ochava de aproximadamente 60 metros en eje diagonal con Casa Rosada
- 1500 puertas de madera maciza
- 2000 relojes (500 antiguos) de pared
- Pasillos que unidos tendrían unos cinco kilómetros;
- 3 comedores y un salón de té
- 1 polígono de tiro
- 28 ascensores distribuidos en once núcleos
- 5 núcleos de escaleras de mármol
- 13 puertas de acceso en bronce y cobre de entre 8 y 15 toneladas de peso -algunas de las cuales abren y cierran con un mecanismo que dura cinco minutos.