Una de las primeras manifestaciones de la religión aliada al arte se concreta en la arquitectura y escultura del templo Chavín de Huántar. Poco se sabe, como en el caso de los olmecas, de este pueblo vigoroso y creador, que se alimentaba de maíz. En Huántar se edifició un tipo de pirámide escalonada y truncada, con cámaras y galerías interiores, a la que se ascendía por escalinatas situadas en el exterior. Se ha dicho que Chavín recibió influencias de culturas centroamericanas, se piens en el símbolo del jaguar, de origen olmeca, imperante allí; sin embargo la pirámide o templo con las cabezas clavas que adornaban solemnemente, ubicada en la provincia de Huari, en una quebrada andina a más de tres mil metros de altura, se distingue por su pujante originalidad.
En el interior del templo, de escaleras y galerías ordenadas en el ángulo recto, con nichos de cuatro metros de altura para ofertorios, se encuentra una escultura monolítica -el Lanzón de Chavín- que tiene grabada una cabeza de felino, deidad principal a la que fue destinado el templo.
Del vértice del Lanzón, incrustado en el techo, sale una ranura que conduce a la boca de dios, seguramente para recibir la sangre de las víctimas que se le ofrecía en ese misterioso y secreto antro donde reinaba. El arqueólogo italiano Antonio Raimondi, que visitó en 1860 el santuario y exploró la región en que está emplazada dicha arquitectura monumental, encontró una significativa estela que, bautizada con su nombre, está hoy en el Museo de Antropología y Arqueologúa de Lima. Dicha estela de piedra tiene un metro y sesenta de alto y en ella aparece grabada finamente una deidad felina antropomorfa. En las manos, en forma de garras, ostenta dos cetros, los pies son de animal de rapiña, de seguro un cóndor. El felino posee una máscara o estilización que se repite a lo alto de la estela simétricamente, al par que se desprenden de ella volutas, serpientes y colmillos del animal en un ajustado ornamento. La obra ha sido concebida con rigor abstracto y geométrico, de proporcionada simetría y de dibujo sutil y perfecto en la representación mítica. Otro monolito de piedra fue hallado por Tello y en él están representados dos felinos y otros símbolos encarnados en la serpiente, el cóndor, el pez y el maíz. Estas piedras monolíticas se diferencian de las cabezas-clavas del templo mayor, pues éstas han sido resueltas mediante una acentuada síntesis emocional y expresiva, de rasgosrealistas, salvo la línea que marca fuertemente la boca.
A semejanza de las culturas centroamericanas, el desarrollo artístico en Chavín parte de la realidad y alcanza la concepción abstracta y simbólica; los monolitos son formas evolucionadas de esearte. La habilidad de los artistas que los tallaron se manifiesta en las incisiones sensibles de rectas y curvas que surgen de la justeza del dibujo, como entre los mayas. El dominio de las líneas que cubren las superficies incisas en las piedras y otras creaciones de esa cultura caracteriza su voluntad de estilización casi barroca. Vasijas monocromas, rugosas y ásperas, de formas pesadas y hieráticas, con estribo y pico; cerámicas como surgidas de la tierra negra, gris o rijiza, pertenecen también a Chavín y se emparentan con las cabezas clavas, no con los lineales monolitos o estelas, ni con el conocido Mortero de piedra en forma d epuma, en cuyo cuerpo están también inscriptos signos y símbolos. Se definen, de este modo, dos procedimientos artísticos claramente caracterizados.
Chavin con algunas variantes, se difundió en la costa norte de Perú y se extendió hacia el sur. Las estelas de Sechin, en el valle de Casma explorado por Tello, son de líneas más elementales, sin el refinamiento que caracteriza a las halladas en las crecanías de El Castillo de Chavín de Wantar; lo mismo ocurre con las piedras líticas de Huaraz, aún más toscas y primarias en su escritura plástica.