El Castillo de Vélez Blanco en la provincia de Almería, España es un castillo medieval con una historia muy particular. Es de las mejores construcciones de Andalucía. El Castillo de Vélez Blanco se edificó en el siglo XVI, entre 1506 y 1515, por orden de Pedro Fajardo y Chacón, primer marqués de los Vélez. La fortaleza se emplazó sobre una vieja alcazaba musulmán.
Su precioso patio interior renacentista lo vendieron a un judío millonario neoyorkino George Blumenthal, que lo ubicó en su casa y tras su muerte lo montaron en el museo Metropolitan de Nueva York en la década del ’60 hasta hoy.
El origen del Castillo de Vélez Blanco se remonta a la época medieval, pero la obra señorial iniciada en 1506 ocasionó la práctica destrucción de la fortaleza anterior para adecuarse a las nuevas exigencias defensivas y representativas de los nuevos señores castellanos.
Domina el caserío el impresionante castillo que en el siglo XVI ordenó construir don Pedro Fajardo y Chacón (1478 ó 1484 – 1546) primer marqués de los Vélez. Fue este don Pedro hombre de armas al servicio de los Reyes Católicos cuyo linaje, por sus “desmesuradas fazañas” que diría nuestro buen don Quijote, fue recompensado con el título de Adelantado del territorio de Cartagena.
Con la unificación de los reinos de las Españas, las tierras de costa, teórica nueva frontera con la morisma, pasan a depender directamente de la Corona. Por ello don Pedro Fajardo sufre lo que hoy llamaríamos un traslado forzoso a tierras almerienses con una permuta obligada del señorío murciano por el velezano. Quizás por ello, por sentirse de algún modo despechado, erige don Pedro su magnífico castillo-palacio en el que se monta una pequeña corte para su uso y disfrute privado.
Para darle más brillo nobiliario casa el marqués, en segundas nupcias, con Doña Mencía de la Cueva, descendiente de los Duques del Infantado, nada menos. Los aficionados a la heráldica verán la alternancia de escudos de ambas familias, los Fajardo y los del la Cueva, en las fachadas del castillo.
Arquitectura del Castillo de Vélez Blanco
En el párrafo anterior nos permitíamos definir el edificio del Castillo de Vélez Blanco como castillo-palacio. Y así es. Fue construido entre 1506 y 1515 a caballo entre el mundo gótico y el renacentista. Así, el aspecto exterior es el de una imponente fortaleza militar que tiene adaptadas sus defensas a las nuevas armas de artillería. Presenta una planta exagonal, construida sobre la roca viva con fuertes baluarte poligonales en las esquinas, que evitan los ángulos ciegos en el campo de tiro.
El castillo, con una superficie de casi 2.500 m2, (del que se puede visitar 745,74 m2) está formado por dos construcciones unidas por un puente levadizo que constituye la entrada al segundo recinto. El primer espacio, levantado sobre la antigua alcazaba islámica, es una fortificación cuadrangular de formas extremadamente simples y cierto potencial artillero. El segundo es un palacio torreado, presidido por una torre del homenaje.
El palacio está organizado en torno a un Patio de Honor, obra majestuosa en mármol blanco de Macael, que representa una joya escultórica del arte del Renacimiento. El patio fue vendido en 1904 y actualmente está expuesto en el “Museo Metropolitano de Arte” de Nueva York. Muestra también elementos del estilo gótico tardío con ciertos rasgos mudéjares.
Este Enclave Monumental, fue declarado Monumento Nacional en el 1931.
En el patio del Castillo de Vélez Blanco se planearon muchos capítulos de batallas de la historia de España, por el Señor de los Vélez, como la Reconquista de las Alpujarras.
El patio renacentista
En contraste, su patio interior y los salones nobles responden en su estilo al más brillante primer Renacimiento español. En 1512 don Pedro Fajardo visitó el Castillo de la Calahorra, en el Marquesado granadino, propiedad de la familia de su esposa. Es muy posible que de su maravilloso patio renacentista sacase la idea para la construcción del de su propio castillo, aunque manteniendo algunas tradiciones hispanomusulmanas: el patio es irregular y la entrada lateral, propia de la casa musulmana.
fue desmontado piedra a piedra, vendido por quien fuera su dueño por aquél entonces, el duque de Medina Sidonia y que terminó expuesto desde 1964 en el Museo Metropolitano de Nueva York donde hoy se puede visitar.
Decoraban sus dos grandes salones nobles, el del Triunfo y el de la Mitología, un conjunto de diez bajorrelieves en madera, monumentales frisos de 0,7 m. de alto por casi 6 de largo. La primeria serie recoge los triunfos de César y la siguiente los trabajos de Hércules. Ni que decir tiene que la identificación de ambos héroes, el mitológico y el histórico, con el señor Marqués se daba por hecha. Arte, ideología y poder están casi siempre unidos.
Pero nada de todo esto, ni patio ni frisos podemos ver hoy en el Castillo de los Vélez. Ni siquiera en España. Es esta la triste historia de un expolio, no santo ciertamente, perpetrado por esas clases nobles, en muchos casos dirigentes, que se inflan como globos con palabras como patria y honor. Globos vacuos, evidentemente. Es el caso que en 1903, el duque de Medina Sidonia, propietario del por entonces arruinado y maltratado monumento, vendió (así, como suena) el patio; piedra por piedra y los relieves tablero por tablero.
Los bajorrelieves pasaron a manos del coleccionista francés Emile Pierre, que posteriormente los donó al Louvre. En sus sótanos estuvieron olvidados y almacenando polvo durante años hasta que reaparecieron y hoy están expuestos en el Museo de Artes Decorativas de París.
La historia del patio es más triste si cabe. Fue vendido en 1904 al marchante francés Godberg por unas tristes 80.000 pesetas. Quizás una fortuna para la época, pero no por ello menos tristes. Hay que tener en cuenta que en esos años no había ninguna ley de protección del Patrimonio. Habrá que esperar a la República, como con tantas más leyes modernas, para que exista. Sí se alzaron algunas voces de protesta pero Almería era demasiado periférica como para que la indignación llegase hasta Madrid.
En París los magníficos mármoles de Vélez Blanco fueron comprados por el multimillonario George Blumental quien con ellos se hizo su propio palacio.
Finalmente, el patio reconstruido fue donado al Museo Metropolitano de Nueva York, donde está instalado y se puede admirar como una sus piezas fundamentales. Al parecer ya se ha llevado a cabo un trabajo de digitalización del patio original para la construcción de un “Neopatio”. El problema estriba en que ni los tiempos están para grandes gastos, ni la ley suficientemente clara como para que un juez no echara para atrás el proyecto como ya ha ocurrido alguna vez. Tendremos que esperar ¿años…siglos? mejores.
El texto es de Daniel García-Parra, Arkiplus.com, y Wikipedia.