La Basílica de Santa María fue construida en el S. XVI a iniciativa del Gremio de Mareantes, conjuga el gótico tardío con el Renacimiento. Llena de leyendas, las piedras de su fachada acogen representaciones tan singulares como una vista de la ciudad en piedra o un santo con anteojos.
La Real Basílica de Santa María A Maior se inicia en el siglo XVI cómo iniciativa del gremio de Mareantes, habitantes de la Moureira, activo y pujante barrio marinero.
Declarada Monumento histórico Artístico en 1931, Santa María conjuga a la perfección el arte gótico tardío con el arte renacentista. A este último estilo pertenece su fachada principal (s. XVI) obra de Cornelis de Holanda y João Noble, considerada una de las obras cumbre del estilo plateresco en Galicia.
La fachada, que alberga una curiosa imagen de San Xerome con anteojos, se concibe como un grandioso retablo pétreo en el que las numerosas imágenes sagradas se conciben para exaltar a la Virgen. Resulta curiosa la inclusión de las figuras de Teucro (fundador mitológico de la ciudad) junto con la del arcángel San Miguel y Hércules (héroe que simboliza la marinería pontevedresa), en la mezcla de lo religioso con lo profano, lo que no deja de delatar el incipiente Humanismo del momento. Cabe además resaltar el conjunto de relevos que ornamenta el interior de la fachada, con las vidas de santos y con sátiras de los pecados capitales.En el interior, se puede contemplar el Cristo del Desenclavo (s. XVI), el Cristo de los Marineros (s. XVIII) y las sorprendentes bóvedas de crucería.
También renacentistas son las tablas pintadas por el portugués Francisco de Teide (1581), si bien otros elementos, entre los que se incluyen varios retablos e imágenes devocionales, fueron encargados en época barroca y neoclásica a notables escultores gallegos. Posteriormente, en 1909, se acometió con un regenerado estilo neogótico el nuevo retablo mayor y el púlpito
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