Los pueblos bárbaros que se instalaron en las provincias occidentales del Imperio romano a partir del siglo V iniciaron un arte de principios opuestos a los del arte greco-romano. Este arte bárbaro se manifiesta especialmente en objetos de adorno; la orfebrería por ejemplo: fíbulas, placas de cinturón, puños de espada, etc. hallada en las tumbas de aquellos pueblos, manifiesta su particular sistema decorativo que consiste en engastar cabochones de vidrio coloreado o de piedras preciosas en alvéolos de metal que forman variados dibujos con un sentido deformador en los detalles realistas que están sujetos a una trabazón esencialmente geométrica. El arte bárbaro, si bien se impone más o menos a todos los países occidentales de Europa ocupados por los bárbaros, domina muy especialmente en los países que jamás habían estado bajo la dominación del Imperio romano y su estilo de ornamentación, en un principio concretado a la orfebrería, se propagó pronto a las otras artes; estilo aquél que, a pesar de la ya expresada trabazón geométrica, no se puede decir que fuera monótono sino que tuvo exuberancia de fantasía.
Después de haberse convertido al cristianismo los reyes bárbaros enriquecieron los templos con objetos adornados según la técnica de la orfebrería alveolada pero en la difusión de tal arte de los bárbaros hacen notar la influencia de las colonias mercantiles orientales que contribuyeron al comercio y a la industria. Entre los siglos V y IX el campo de acción del arte bárbaro con más o menos sedimentos de otras culturas se extiende a todas las provincias romanas ocupadas por los pueblos de precedencia germánica y a los países que no habían pertenecido al Imperio, como la misma Germania, Escandinavia e Irlanda. Lo que es notable es la unidad característica del arte bárbaro tanto si se trata de objetos estrictamente útiles como si se trata de objetos litúrgicos, los procedimientos de ornamentación así como los medios técnicos son iguales.
El arte de Occidente se manifestó de una manera especialísima en la decoración al despertar artístico de la época carolingia que supo hallar nuevamente el canon de la figura humana: pero aún en el arte carolingio se impregnó de la estética bárbara y ésta también tuvo influencia en el arte románico.
Destacado conjunto de la orfebrería bárbara en el tesoro de Petrosa (conservado en el Museo Nacional de Rumania) que está compuesto de tres grandes fíbulas de forma de pájaro, dos grandes discos, dos torques, un pequeño jarro de forma griega y dos cestitos de oto con incrustaciones de grandes turquesas y cuyas asas representan leopardos rampantes. Estas y otras joyas (por ejemplo, varias del tesoro de la Catedral de Monza) manifiestan que los bárbaros en su ruta hacia el sur y Occidente de Europa conocieron y utilizaron elementos decorativos característicos del gusto de La Tene que en la prehistoria se había manifestado en la región suiza de tal nombre y que en tiempo de los bárbaros sobrevivía en las tribus escandinavas y en otros pueblos que no habían recibido influencias de Grecia ni de Roma. Con ello las fíbulas en forma de pájaro se complican y se retuercen hasta tomar formas más torturadas a modo de reptil o de caballo.