Alejandría, ciudad de Egipto fundada por Alejandor Magno en 331 a.C. fue bajo el reinado de los Tolomeos, una de las capitales artísticas del ámbito helenístico.
Si el arte alejandrino se caracteriza por una iconografía típicamente egipcia (alegorías del Nilo, palmeras, elefantes, cocodrilos) su estilo apenas se diferencia de las formas helenísticas del Mediterráneo oriental. No obstante, los alejandrinos crearon al parecer, el pintoresco relieve que, por primera vez en el arte griego, concede gran importancia al paisaje en sí mismo y que reduce a los personajes al simple papel de figurantes. El gusto por el realismo (a veces caricaturesco) se desarrolló precisamente en Alejandría.
Prueba de ello son las estatuillas de bronce que representan borrachos, danzarines grotescos y figuras satíricas. Lo mismo ocurre en estatuas de mayor importancia. Todas ellas son, en el fondo, obras costumbristas cuya única intención es la distraer y divertir. Los alejandrinos compusieron además grandes mosaicos con representación de animales exóticos. Nada queda de la pintura de esa época, pero determinadas obras de Pompeya que parecen directamente inspiradas en el arte helenístico pueden darnos una idea de la misma.
En la época romana, Alejandría fue un gran centro de producción de objetos de plata al estilo grecorromano en boga. También sirvió entonces de nexo de unión entre el mundo romano y el Oriente y ejerció cierta influencia sobre el arte asiático.