Las construcciones características de los celtas eran los castros, pueblos amurallados, habitualmente situados en lo alto de una colina o un monte. Se desarrollaron en las áreas de asentamiento celtas en el valle del Duero y en Galicia. Ejemplos incluyen Las Cogotas, en Ávila, y el Castro de Santa Tecla, en Pontevedra.
Las casas en los castros tienen de unos 3,5 a 5 m de longitud y son generalmente circulares, existiendo algunas rectangulares, de piedra y con techos de paja, con una columna central. Sus calles eran generalmente regulares, sugiriendo algún tipo de organización central.
Las ciudades construidas por los arévacos están relacionadas con la cultura íbera, cuyas ciudades desarrollaron un desarrollo urbano notable, como Numancia. Otras son más primitivas y a menudo excavadas en la roca, como Termantia.
Arquitectura íbera y céltica
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