De la época colonial, la ciudad de Buenos Aires conserva gran número de templos del siglo XVIII, muchos de ellos obra de Andrés Blanqui, por ejemplo la Catedral de Buenos Aires, cuya fachada data del siglo XIX y sigue las normas del neoclacisismo francés. San Ignacio, templos del Pilar, de la Merced, de San Francisco, varias veces reformado y restaurado. de las Catalinas y de Santo Domingo en cuya obra intervino Antonio Masella y algunos edificios de gran belleza como por ejemplo el Cabildo de Buenos Aires. Los jesuitas y en menor medida los salesianos han sido protagonistas de gran cantidad de construcciones en la ciudad.
El siglo XIX aportó escasas obras arquitectónicas, en cambio, en el siglo XX dió a Buenos Aires su moderno trazado, su carácter de gran urbe y algunos de sus más peculiares monumentos: El Congreso de la Nación (obra de Víctor Meano) y el Teatro Colón realizado por Julio Dormal sobre planos de Víctor Meano.
Buenos Aires es una imponente ciudad diseñada como reflejo de ciudades europeas como París. En el Siglo de Oro de Argentina (hacia la posguerra de la 1ra Guerra Mundial 1914-1918) Europa carecía de alimentos y Argentina se convirtió en el granero del mundo exportando gran parte de su producción alimenticia a Europa y otros países. Los millones de dólares de las exportaciones fueron utilizados para crear infraestructuras y una arquitectura grandiosa para emular a París, que la aristocracia local de ésas épocas visitaba frecuentemente. Esta tendencia puede verse en los ejemplos de Beaux Arts como los palacios porteños más famosos.
Buenos Aires posee numerosos parques públicos exquisitamente diseñados en su mayoría por el gran paisajista francés Carlos Thays.
Los museos también son dignos de destacar: Museo de Bellas Artes, de las Artes decorativas, Histórico Nacional.