El verdadero nombre del pintor Andrea del Sarto (1486-1530) era Andrea d’Agnolo. Nació en Florencia donde aprendió a pintar con Piero Di Cosimo y Raffaelino del Garbo. Sus influencias se observan en las figuras y en la disposición de una Pietá (Museo e Galleria Borghese, Roma) realizada por Andrea del Sarto hacia 1509.
También se observan en el estilo de los paisajes pintados por este artista italiano y en la reducida escala de las figuras representadas en la serie de frescos realizados en 1509-10 en la SS Annunziata de Florencia: escenas de la vida de San Filippo Benizzi.
Las primeras obras del pintor revelan su estudio de la pintura florentina de principios del siglo XVI: Leonardo, Fra Bartolommeo y Rafael. La obra de estos tres pintores probablemente le sugirió la energía psicológica del Cristo Niño que aparece en la pequeña Madonna de 1509 (Galleria Nazionale d’Arte Antica, Roma). Una energía similar se observa en otra obra de Andrea, Los desposorios de Santa Catalina (hacia 1512; Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde). En ella la agitación se nota en los ángles que sujetan el baldacchino y en los santos, más involucrados en la escena que los de Fra Bartolommeo.
La figura de San Juan Bautista en la parte inferior de la tabla no intenta crear la agrupación piramidal habitual en estas obras, sino un rombo que refleja la firma de Andrea.
Otros altares de ésta década seguirán los principios compositivos de Loenardo. La Madonna de las harpías (Uffizi, Florencia) del año 1517, matiene el equilibrio simétrico logrado por Fra Bartolommeo, pero las retorcidas posturas de los santos contrastan con él y sus movimientos de danza son un precedente del manierismo. El carácter escultórico de las figuras de Andrea es una influencias de Jacopo Sansovino, que colaboró con Castagno preparándole modelos de cera.
La evolución de Andra del Castagno como pintor de freascos es más lenta. Aunque los frescos de Benizzi muestran su apreciación de La Adoración de los Magos (1481; Uffizi, Florencia) de Leonardo en la disposición de las figuras se observan también influencias del Quattrocento.
El artista no rompe definitivamente con esta herencia hasta El nacimiento de la Virgen (1514; SS. Annunziata, Florencia) cuyas figuras voluminosas pueden compararse con las del dibujo de Leonardo (hacia 1494-95; national Gallery, Londres).
Al año siguiente volvió al claustro de Scalzo, donde ya había pintado un Bautismo unos cinco años antes, para continuar la serie de frescos con escenas de la vida de San Juan Bautista.
La composición piramidal de La Predicación (1515) recuerda al ciclo de la Pasión de Durero: entre los espectadores aparecen muchos detalles curiosos. Frescos posteriores reflejan incluso influencias del arte romano. La captura de 1517, probablemente refleja el dibujo casi contemporáneo de Miguel Ángel de la Flagelación para San Pietro in Montorio, por encargo de Sebastiano del Piombo. Los frescos finales de la serie (la Fiesta de Herodes y La Visitación) muestran la nueva conceptualización del espacio de Andrea delCastagno, donde las figuras se mueven, y que quizá le fue sugerido por la Stanza d’Eliodoro, realizada por Rafael. Este desarrollo se refleja también en los últimos altares de finales de la década de los 20, en los que el interés por Rafael y Miguel Angel se traduce en una nueva elegancia. Ésta, sin embargo, nunca se convirtió en un fin en sí misma, como ocurre en la obra de Pontorno (1494-1557); la energía que desprenden sus santos y sus esquemas compositivos hacen de Andrea del Sarto el último representante (en pintura) del Alto Renacimiento.