Fundador del Alto Renacimiento italiano, Miguel Ángel Buonarroti (Lodovico Buonarroti Simoni, 1475-1564, Caprese) creó algunas de las obras más influyentes en la historia del arte occidental: las estatuas de mármol de David (1504) y La Piedad (hacia 1498-1499), como así como los frescos de la Capilla Sixtina en el Vaticano, Roma, que representan el Génesis (como en La Creación de Adán (1510) y el Juicio Final.
Si bien se consideraba escultor, Miguel Ángel a través del dibujo dominó la arquitectura y la pintura. Fue un gran amante de la literatura especialmente de la obra del Dante.
Como arquitecto, Miguel Ángel rediseñó la cúpula de la Basílica de San Pedro en Roma. Ya sea esculpiendo, pintando o dibujando, él inculcó un sentido de maravilla o terribilitá impresionante en sus obras, capturando la intensidad emocional y espiritual en los cuerpos retorcidos y musculosos de sus sujetos. El propio Miguel Ángel dijo: “Vi al ángel y lo tallé hasta que lo liberé”.
Capilla Sixtina
Una de las obras más espectaculares de Miguel Ángel fue la decoración de la Bóveda de la Capilla Sixtina que realizaría por encargo del Papa Julio II. Esta obra se trata de una serie de escenas del Génesis basadas no sólo en profundos conocimientos de pintura sino de sólidos conocimientos de la anatomía humana que Miguel Ángel había desarrollado a lo largo de su carrera.
Miguel Ángel y la arquitectura
La última parte de su vida la dedicaría casi con exclusividad a trabajos arquitectónicos, entre los que sobresale sin dudas la Basílica de San Pedro en el Vaticano.