Una legión romana era mucho más que un grupo de hombres que luchaban juntos. El pueblo romano fue un pueblo de grandes arquitectos e ingenieros, y gran parte de los edificios los construyó precisamente el ejército. Algunas eran construcciones de defensa, como los campamentos, los fuertes, otras eran defensivas y útiles a la vez, como los canales y las calzadas, y otras eran de utilidad pública como los acueductos.
Midiendo el emplazamiento. El jefe de arquitectos, un civil griego,
muestra al oficial al mando cómo estará dispuesto el campamento. Mientras
tanto, los agrimensores calculan los ángulos rectos con una groma.
En realidad las legiones llevaban a cabo tantas construcciones que, donde quiera que fueran, con ellas viajaban siempre ingenieros especializados. Sin embargo, se esperaba que todos los soldados, hasta los de la graduación más baja, supieran algo de arquitectura. Lo que más construían eran campamentos y fuertes, pues cada vez que un ejército se detenía para hacer noche durante una marcha, levantaba un campamento; estos campamentos estaban siempre construidos igual, no importa la región en que se encontraban ni la legión que los levantara.
Los soldados cavan un foso con ayuda de palas y cestas
Pero si en vez de una sola noche esperaban pasar una temporada en un lugar determinado, enronces construían un fuerte. También se edificaban fuertes en los puntos clave de las fronteras, normalmente cerca de algún vado o puente, o en algún cruce de calzada, o cerca de algún paso de montaña o de algún puerto.
De los fuertes, había unos mucho más grandes que otros. Por ejemplo, a lo largo del Muro del emperador Adriano, en el norte de Inglaterra, hay algunos que tenían cabida para veinte hombres y otros para mil. Y en la época de Trajano había un campamento en las afueras de Alejandría, pensado para dos legiones, que albergaba a más de diez mil hombres; más adelante se construyeron varios de estos campamentos dobles para albergar a los que defendían la frontera del Danubio.
Bibliografía: El ejército romano. John Wilkes. Alkal Ediciones. Madrid 2000.