Los yacimientos de cobre constituyen los emplazamientos a partir de los cuales se extrae ese metal. En los yacimientos se extrae la parte mineralizada de cobre y/u otros elementos con partes rocosas que son enviados a una planta en la que serán sometidos a procesos para la obtención del cobre puro.
El cobre nativo aflora a la superficie y puede ser explotado en minas de cielo abierto, por esta accesibilidad fue uno de los primeros metales en ser aprovechado por la humanidad. Sin embargo, en este estado surge en pequeñas cantidades y junto a otros materiales que le brindan impurezas. Ya a nivel de capa freática, se encuentra cobre capaz de una mejor explotación en términos de pureza y rentabilidad.
Por esto, las canteras de cobre se dividen en extracción a rajo abierto y extracción subterránea. La primera es la propia de yacimientos ubicados en la superficie, donde el material estéril es removido fácilmente y el costo del proceso es cubierto por la producción de la parte mineralizada. Este tipo de extracción posee generalmente cuatro procesos: perforación, tronadura, carguío y transporte.
En cambio, la extracción subterránea se desarrolla cuando la separación desde el nivel del suelo resulta antieconómica por la mayor cantidad de material estéril en la superficie. Entonces, el mineral se remueve desde abajo y beneficiándose con la gravedad a la hora de conducir el material a los puntos de carga. La construcción de este tipo de mina tiene costos elevados por lo que se prioriza la extracción en las zonas en que está concentrado el metal. Hay dos procesos en extracción subterránea: el hundimiento por bloques (block caving) o el hundimiento por paneles (panel caving).
El yacimiento de cobre más grande del mundo es Minera Escondida que se halla en el desierto de Atacama, Chile. La producción de esta mina representa el 9% de la producción mundial, aproximadamente.