Una de las mejores formas de mejorar el aspecto de una vivienda pasa por lavarle la cara cambiando el color con el que está pintada. Este cambio de color no resulta demasiado caro para el bolsillo, pues con algo de paciencia uno mismo puede realizarlo, y hace que la casa parezca completamente nueva. La pintura utilizada para esto está formada por unos pigmentos que logran mantenerse unidos mediante substancias aglutinantes, que pueden ser tanto orgánicas como sintéticas.
Hoy en día la pintura se puede dividir en dos grandes grupos dependiendo de la base que utilice. Dicha base puede estar formada a partir de disolventes o puede tratarse de una base acuosa. Cuando no tenemos claro por qué tipo de pintura deberíamos decantarnos para pintar nuestro hogar, lo primero que tenemos que tener claro es para que la vamos a utilizar, ya que no es lo mismo pintar el interior que el exterior de una casa, por ejemplo. Si nos fijamos en las propias indicaciones de la pintura podemos ver que nos indica cual sería el uso recomendado de la misma, de esta forma sabremos si la pintura es para uso en interior, exterior o ambos.
Los principales tipos de pintura que podemos encontrar son:
- Esmaltes: Se utilizan en zonas de mucho paso, pues son muy resistentes y fáciles de limpiar.
- Semibrillantes: A pesar de que tienen menos brillo que las pinturas esmaltadas, estas
también son muy duraderas y fáciles de limpiar. - Satinadas: Este tipo de pintura es fácil de limpiar, y posee un lustre moderado.
- Mate: Se recomienda utilizar una pintura base para mejorar la adherencia de esta, es decir, mejorar significativamente su duración. Este tipo de pintura también puede utilizarse para tapar las posibles imperfecciones de la superficie.