El asfalto puede ser natural o manufacturado, como resultante de la refinación del petróleo.
El asfalto natural es el que se encuentra en lugares próximos a cuencas petroleras, como el lago del Guanoco en Venezuela. Otros lagos de asfalto natural se observan en las islas Trinidad y Bermudas, al norte de América del Sur.
A pesar de que el asfalto de petróleo es el más utilizado, desde el comienzo del siglo XXI aparecieron distintas especialidades, acordes a políticas de cuidado del medio ambiente.
Hay varios tipos de asfalto manufacturado. Su clasificación depende de su uso, como así también de su comportamiento frente al envejecimiento, producto de factores naturales (sol, lluvias, vientos).
El más conocido es el asfalto de petróleo, que se obtiene mediante su destilación. De color negro, requiere escasos tratamientos para su colocación.
El asfalto fillerizado es elaborado a base de cemento. Posee gran resistencia a las altas temperaturas ambientales y se utiliza para la protección de cañerías metálicas.
El asfalto líquido se caracteriza por ser de consistencia blanda. Hay tres variedades de curado: rápido (RC), medio (MC) y lento (SC).
De fácil adaptabilidad, se lo utiliza para tratamientos superficiales de las capas asfálticas. Se trabaja mediante la utilización de un fluidificante –querosén, aceite-, que procesa el método de “curado” final.
Otra variedad son las emulsiones asfálticas. Son diluidas en agua y agentes fluidificantes. Al no requerir de petróleo en crudo, permiten realizar trabajos de instalación de carpetas “en frío”.
Según su composición, pueden ser: aniónicas, canónicas o no iónicas. Ideales para realizar tareas de mantenimiento de calles, rutas y autopistas.
De adherencia inmediata tras su colocación, las emulsiones asfálticas permiten la instalación del asfalto en aquellos lugares donde no es posible utilizar técnicas en calor. Su color difiere de los tonos oscuros del asfalto de petróleo, encontrándolo en gamas del gris y el marrón oscuro.
A diferencia de las emulsiones, el asfalto oxidado se trabaja a altas temperaturas, y es ideal para la impermeabilización de techos y membranas.
Para la construcción de carreteras se utilizan los asfaltos sólidos. Debido a su resistencia y flexibilidad, se prepara en mezclas calientes y poseen un importante grado de penetración ambiental (25 grados), y una resistencia a la acción de ácidos y sales.
También llamado “cemento asfáltico”, su alto grado de viscosidad (60 grados) es apropiada para la colocación de extensas capas asfálticas.
Una variedad del asfalto sólido es la glisonita. En forma de rocas, sólo se encuentra en las minas de Utah (Estados Unidos). Ofrece permeabilidad en su uso y un bajo contenido en azufre. Dicha especialidad se utiliza para las tareas de mantenimiento de las rutas norteamericanas.
Existen otras técnicas que se emplean para otros usos, como la implementación de polímetros, que permiten lograr un producto confortable a las necesidades. Se los trabaja mediante molinos de destilación, como es el caso del SBS (más elástico) o del EVA (con polietileno).
El resultado final es un tipo de asfalto más resistente, durable y con mayor adherencia. Se utiliza en membranas y sistemas de drenaje en construcciones.
Los mantos asfálticos confieren gran flexibilidad. Al ser modificados mediante un elastómero, se les agrega fibra de vidrio para que sean resistentes a la humedad y así soportar la exposición solar. Su alta durabilidad lo hace uno de los tipos de asfalto preferidos en las pistas de aterrizaje de aeropuertos comerciales del mundo.