Cuando comienzan a aparecer las ciudades tal como hoy las conocemos, la sociología se interesa en ellas como objeto de estudio. Max Weber y Émile Durkheim desarrollan estudios sobre la vida social que se desenvuelve en estos nuevos espacios, la sociología urbana comienza a transitar su propio camino como disciplina. La aparición de la sociología urbana parte de la necesidad de aceptar que el hombre ha abandonado la posibilidad de vivir en espacios no urbanos: habitar una ciudad es un derecho a ser conquistado y la imposibilidad de conseguirlo refleja la exclusión social.
La sociología urbana se aboca a problemáticas tales como el hábitat, las migraciones, el espacio público y la demografía urbana. Cada uno de estos puntos son trabajados desde una perspectiva que pone en el centro del estudio a las relaciones sociales. Las ciudades se piensan como parte de las luchas sociales, el área metropolitana es lugar de disputa entre clases y la geografía urbana es capaz de reflejar la historia de la sociedad.
Uno de los conceptos más destacados de la sociología urbana es “habitar”. El mismo ha sido acuñado por Henri Lefebvre que se ha dedicado al trabajar sobre el fenómeno urbano desde una concepción marxiana. Para Lefebvre, la ciudad es un gigantesco laboratorio de la historia, puerta de entrada para comprender nuestra civilización. El habitar las ciudades muestra cómo los sujetos se apropian (o no) del espacio de la metrópolis en un tiempo determinado, es por eso que “leer” las ciudades es leer el comportamiento de quienes las habitan.