En la ola más grande de migración humana, miles de personas del mundo en desarrollo están migrando del campo a la ciudad. La mayor parte de la humanidad se encuentra urbanizada en nuevos asentamientos algunos expandiendose a las megaciudades, y alrededor de ellos se encuentran barriadas pobres que proporcionan el punto de apoyo inicial en la transición de los campesinos a la urbe.
Muchas de estas nuevas ciudades, al igual que las partes más nuevas de las antiguas, son agregados de sectores industriales y edificios superpoblados o conejeras. Pero al igual que los barrios pobres aún menos saludables, estos ofrecen un escape de la miseria absoluta del campo, a su falta de educación y de atención médica.
Las primeras generaciones que entran en barriadas marginales sacrifican voluntariamente sus vidas para dar a sus hijos la educación y las oportunidades que nunca tuvieron. Y a pesar de las condiciones decrépitas e insalubres en barriadas populosas, favelas o villas miseria, lo hacen con la esperanza de seguir adelante en un entorno con múltiples oportunidades. Existen múltiples razones por las cuales estas personas deben permanecer en asentamientos informales. Muchas intervenciones bien intencionadas, como la construcción de nuevas viviendas financiadas por el Estado a menudo tienden a fallar. Los habitantes de tugurios no pueden pagar los alquileres y el estilo de vida que implica una vivienda nueva.
Al parecer un tanto contraria es la tendencia actual en los países desarrollados para que las ciudades se centren en la mejora de sus espacios abiertos y en calidad de vida. Algunos ejemplos influyentes puede ser la transformación de Barcelona, iniciada por Oriol Bohigas en la década de 1980 como asesor en asuntos urbanos y la Ciudad Lenta (Cittaslow) movimiento originario de Italia. Tales acontecimientos son característicos de los países más ricos con poblaciones relativamente estables o incluso en declive.
Además de mejorar la calidad de vida en las ciudades – las convierten en mejores lugares para el disfrute tranquilo, por lo menos estresado y de muchas maneras más saludables. El movimiento Slow City difusión también hace hincapié en la mejora de las características locales y la cultura, incluidos los alimentos y la cocina regional. Por lo tanto, resiste el impacto de la homogeneización de la globalización. Sin embargo, precisamente debido a esto también hace que una ciudad más atractiva para las inversiones en nuestro mundo globalizado, donde las ciudades tanto como los países compiten por estos aspectos económicos esenciales y activos clave que son la calidad de vida.
Existe en muchas ciudades del mundo desarrollado el movimiento ‘ciudades en transición’ donde las comunidades o municipios buscan una menor dependencia del exterior y del petróleo, autoabasteciéndose.
Los vecinos organizados en comisiones, se ocupan del ahorro energético, los huertos urbanos, la plantación de árboles frutales -en lugar de ornamentales-, la apuesta por la economía local y la arquitectura bioclimática. ¿Está el espacio urbano de los países en desarrollo preparado para estas necesidades vecinales?. El progreso hacia al sostenibilidad de las ciudades no puede detenerse.