El catastro es el registro efectuado por el Estado en el que figuran los bienes inmuebles, tanto rurales como urbanos, construidos bajo su territorio.
Para habilitar esta identificación el organismo de catastro otorga la referencia catastral, que consiste en un código alfanumérico. Generalmente, el catastro se divide en tres secciones: catastro fiscal, catastro jurídico y catastro geométrico.
En el catastro deben detallarse la ubicación, las dimensiones y el uso de la construcción, así como también quiénes son los propietarios del inmueble y su valor económico. Además, deben declararse todas las modificaciones realizadas con posterioridad en las características de la propiedad. En base a estos datos, el Estado determina proporcionalmente el valor de los impuestos que gravarán el bien.
A su vez, el catastro puede servir para la optimización del uso del espacio disponible, ya que permite saber qué áreas se encuentran con mayor concentración poblacional que otras. También permite una distribución más conciente de las edificaciones, evitando la ubicación de fábricas en zonas residenciales, por ejemplo.
En nombre catastro proviene del griego katastikhon y significa “registro”. Este tipo de metodología surgió en la antigüedad como una modalidad para tipificar la propiedad de terrenos y de obtener ingresos por parte de las autoridades.