Hacia fines de 1570 Roma ya no era el centro del mundo. Los italianos estaban adoptando constumbres españolas. El Escorial comenzó a ser construido como nueva citadella de la fé y los palacios de Toledo se convirtieron en monasterios y conventos. La belleza en el arte, le dió paso a la santidad. En la primavera de 1577 el manierista El Greco (1541-1614) encontró en la ciudad de Toledo su lugar. Uno de los principales referentes de la pintura barroca española, pasó dos años pintando su primer gran trabajo, el altar para San Domingo el Antiguo.
El espíritu apasionado y extravagante del arte barroco lo había poseído. Sus paneles de madera, y sus modestos lienzos habían quedado en el pasado. Ahora El Greco producía obras de enormes dimensiones. Entre las obras más importantes de la pintura barroca española, de El Greco, está la representación del milagro que dicen ocurrió durante el entierro del conde de Orgaz cuando San Agustín y San Esteban y descargaron los deberes del clero. En gris y amarillo, negro y blanco, los colores de la tormenta en el cielo El Greco pintó el entierro casi con una luz como si fuese un evento supremo a la que todo el pueblo español, sus sacerdotes, sus nobles, y su fieles, dan testimonio de su presencia en el suelo sólido de la iglesia. Algunos han llamado a los cuadros de El Greco ascéticos, crueles, sin nervios y sin color. Sin embargo, un retrato como el del Gran Inquisidor fue pintado con el color más fuerte que pudo.
Es sólo en los santos de El Greco donde encontramos distorsión deliberada y un resplandor sobrenatural. Cuando pinta seres humanos comunes, al igual que a su hija, que es como si se reflejaran en un espejo. El desarrollo final del arte de El Greco le sitúa, a pesar de sus peculiaridades, en el corazón de la época barroca; El Greco abandona leyes renacentistas de composición y color y se mueve hacia el arte internacional de la época barroca.
Otros miembros importantes de la escuela barroca española incluyen: Jusepe (José) de Ribera (1591-1652), el artista caravaggista español con sede en Nápoles, conocido por sus pinturas realistas sobre temas religiosos y mitológicos; el devoto Francisco de Zurbarán (1598-1664), conocido por sus intensos cuadros religiosos, bodegones, y el dominio de tenebrismo; Diego Velázquez (1599-1660), pintor oficial de la corte española en Madrid, que combina el realismo con el énfasis barroco en la luz y el ilusionismo; y lo sentimental pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682), cuyas obras y pinturas de género religioso fueron influenciados tanto por Zurbarán y Caravaggio.