El Palacio Real de Madrid se halla en el extremo occidental de la villa y ocupa un amplio solar casi cuadrado de unos 140 metros de lado.
La arquitectura del Palacio Real de Madrid, es majestuosa, severa e imponente y por ello es una de las estructuras más importantes de Europa occidental y emblema del poderío de los reyes de España.
Por hallarse en el borde de la gran plataforma que en rápida pendiente baja hasta el Manzanares, constituida actualmente por los jardines privados del Campo del Moro, necesitó su construcción un gran sistema de contrarrestos por sus fachadas norte y oeste y en esta última que construirse, además, escalonamientos abovedados interiores que forman dependencias diversas y llegan casi hasta el río.
Pero Carlos V y su hijo Felipe II fueron los que dieron gran impulso a las obras de transformación y ampliación del castillo para Real Palacio; en 1537, el Emperador ordenó dichas obras a sus arquitectos, Luis de Vega y Alonso Covarrubias, obras continuadas por Juan Bautista de Toledo, Juan de Herrera y Francisco de Mora en época de Felipe II, y Juan Gómez de Mora con Felipe III.
Al extinguirse la Casa de Austria con la muerte de Carlos II en 1700, pasó la corona de España a la dinastía de Borbón, y Felipe V ocupó el severo Palacio de Madrid, poco en consonancia con sus gustos franceses, más placenteros y suntuosos, los cuales logró ver realizados con la construcción del Palacio y jardines de San Ildefonso o La Granja (Segovia, 1719-1723) obra del arquitecto Teodoro Ardemans.
El antiguo Alcázar fue destruido por un violento incendio en 1734. El rey proyectó levantar un nuevo Palacio que aventajase a los mayores de Europa, eligiendo como arquitecto al abate Felipe Juvara, mesinés, arquitecto de la Corte de Turín quien concibió un grandioso proyecto que no se llevó a cabo porque no se adaptaba al antiguo emplazamiento del destruido Alcázar. Muerto Juvara en 1736 se nombró sucesor a su discípulo Juan Bautista Sachetti, quien modificó los planos de Juvara, reduciendo la extensión para adaptar el diseño al espacio disponible. Amplió a seis los tres pisos del proyecto primitivo, intercalando los entrepisos, tan utilizados en los palacios italianos.
El 7 de abril de 1738 comenzó la construcción. Sachetti ideó un palacio de planta rectangular, casi cuadrada, con cuatro grandes salientes en los ángulos que asemejan a fuertes torres.
El 1 de diciembre pero de 1764 Carlos III inaugura el Palacio Real de Madrid que iniciara su padre, Felipe V, tras el incendio del antiguo alcázar de los Austrias.
Arquitectura del Palacio real
El alzado del Palacio se compone de un basamento almohadillado, que forma como un gran zócalo donde se abren las ventanas del piso bajo; sobre él, un entrepiso de cortas ventanas; el cuerpo superior corresponde a la planta noble y se adorna con columnas jónicas en los ángulos y pilastras dóricas en los paños intermedios entre las que se abren los grandes balcones de la salas principales, los cuales van adornados con guardapolvos triangulares y semicirculares, alternando. Un nuevo entrepiso se alza a continuación con vanos ciegos, pocas veces abiertos en ventanas pequeñas; sigue el último piso con ventanas rectangulares. El edificio del Palacio Real de Madrid termina con una cornisa muy saliente, con un ático también con ventanas al exterior, rematado con una balustrada de piedra blanca. Para colocar sobre ella, se esculpieron una serie de estatuas de Reyes de España, desde el Ataúlfo hasta Fernando VI, en mayor tamaño del natural, que habían de formar el coronamiento del Palacio, pero por temor a su gran peso fueron desechadas y hubieron de emplearse en el ornato de los alrededores de Palacio y otros lugares de España.
Toda la obra es de piedra, y en las fachadas se combinan el granito de Guadarrama, en los basamentos y muros lisos, y la piedra blanca de Colmenar para columnas, pilastras, cornisas, antepechos, balustradas, etc. resultando un bello contraste entre los grises del granito y los blancos de la caliza.
En el interior el gran patio central tiene 39 metros de lado y nueve arcos en cada frente; el conjunto forma pórticos abovedados sobre los cuales se levanta la gran galería de la planta principal, cerrada con cristaleras; bajo los arcos más estrechos, números 4 y 6 de los lados norte y sur, estatuas de los emperadores romanos: Trajano y Arcadio y Teodosio y Honorio.
La construcción recibió un gran impulso en época de Fernando VI en que se terminó toda la obra exterior y bastante del interior, debiéndose a este tiempo también la parte ornamental de escultura y relieves de sus fachadas; todo ello se encargó al P. Martín Sarmiento.
Fachada principal
La fachada principal del mediodía presenta cinco puertas y ante ella se extiende una gran explanada que luego constituyó la Plaza de la Almería. En el centro de la fachada, arrancando del ático, una especie de frontón rectangular se adorna con un gran reloj y a sus lados dos relieves representando el Sol recorriendo el Zodiaco. Sobre el balcón central, una representación de España triunfante (una matrona que personifica a España y a sus pies un anciano con barba, representación del río Tajo); en los balcones de ambos lados, relieves con frutas y animales. En la fachada norte, en el muro exterior de la Capilla, otro medallón con el Triunfo de la Iglesia (Cordero místico sobre el Libro de los siete sellos) y a los lados, San Andrés y Gedeón. Además en el centro de cada fachada, en la cornisa, un gran escudo con las armas reales. En la fachada de Oriente, en su centro, se abre otra puerta, la llamada del Príncipe.
Por temor a nuevos incendios toda la obra de construcción es enteramente de piedra; por ello todas las habitaciones están techadas con bóvedas, lo que exige enorme espesor en los muros que llegan a los cuatro metros en la planta baja, para servir de contrarrestos de estas bóvedas; las de la escalera principal, Sala de Alabarderos y Salón de Columnas van sostenidas por un sistema de arbotantes que se hallan sobre las terrazas del patio central.
La terminación de las obras interiores del Palacio duraron aún algunos años, pero el decidido empeño de Carlos III hizo que pudiera ser habitado desde el 1 de diciembre de 1764, la construcción del nuevo palacio llevó veintiséis años aunque las obras complementarias fueron realizándose en reinados sucesivos. Los arcos y las dependencias que cierran la Plaza de Armería por la calle de Bailén son de la época de Isabel II y las que corresponden al lado occidental o del Campo del Moro, con la escalera de bajada al parque se comenzaron en 1883, en los últimos años de Alfonso XII terminándose en 1891.
Escalera principal
La escalera principal de peldaños de mármol de una pieza (5 metros) obra de Sabatini, comienza con un solo ramal hasta un grano rellano en su parte media, dividiéndose entonces en dos brazos con balaustrada que se adorna con dos leones de mármol, obras de Roberto Michel (derecha) y Felipe de Castro (izquierda); cuatro grandes jarrones, también de mármol blanco, con relieves esculpidos de escenas y atributos de caza, decoran este rellano.
La bóveda es de lunetos, decorada con estucos en blanco y dorado, de Juan Bautista Andreoli, y todas las pinturas son del napolitano Corrado Giaquinto; en el centro, el Triunfo de la religión y de la Iglesia, en los ángulos, medallones con los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Sobre la puerta del Salón de Alabarderos, el Triunfo de España sobre sus invasores. La caja de la escalera es obra de Sachetti. En el último rellano y a ambos lados de la puerta de ingreso a la Sala de Guardias, bustos de mármol de Felipe V e Isabel de Farnesio, por René Fremin.
Los jardines de Sabatini
En cuanto a los jardines que rodean el Palacio Real, fueron siempre preocupación de los monarcas para completar el embellecimiento de los alrededores y realzar la suntuosidad del edificio. Los arquitectos Sachetti, Ventura Rodríguez y Francisco Sabatini plantearon diversos proyectos con características varias, pero dificultades de orden económico, sobre todo por las importantes obras hidráulicas que eran precisas impidieron su planeamiento y resolución en los del Campo del Moro hasta la época de Isabel II, en que se trazaron los paseos, se hicieron las plantaciones de árboles y flores y se instaló el sistema de riegos; entre los ornatos sobresalen dos hermosas fuentes, la de los Tritones, procedente de Aranjuez (1845) y la de las Conchas. En 1890 adquirió el aspecto actual: recientemente han tenido lugar nuevos trazados y mejoras.
Los jardines llamados de Sabatini, ante la fachada norte, ocupan el solar de lo que fueron las Reales Caballerizas, construidas por este arquitecto (y de aquí el nombre de los jardines) planeados hace pocos años, y que embellecen de modo notable la perspectiva del Palacio.