En 1868, el rey Luis II de comenzó a confeccionar los planos de lo que sería Linderhof. Sin embargo, ni el palacio inspirado en Versalles que iba a estar situado en el fondo del valle, ni el gran palacio bizantino previsto por Luis II se habían construido.
En 1870, bajo la supervisión del director de construcción de Georg Dollmann, se añadió un ala con un solo eje (fase de construcción 2). Cuando todavía se estaba terminando esta extensión, los planos originales del edificio, se modificaron sustancialmente. Desde la primavera de 1871 se construyó una segunda ala para que coincida con la primera extensión, con un dormitorio hace de conexión entre las dos alas (la construcción de la fase 3). Una escalera de madera en el lado oeste proporciona acceso al complejo en forma de U en torno a un patio abierto.
El complejo así creado constituye el núcleo del Palacio de Linderhof. Su planta superior era una estructura de vigas de madera, mientras que la planta baja era de concreto. A causa de las estructuras de madera era conocido como el “Alpine Hut Building”. Su exterior era bien simple.
Fue necesaria una solución arquitectónica general para unir a los resultados del proceso gradual de construcción.
En febrero de 1873, el rey Luis II aprobó un plan que estableció el diseño final del palacio. En primer lugar la construcción de madera se cubrió de piedra sólida y se cubrió con un complejo en forma de cruz de la construcción de nuevos techos (fase 4). Esta sección del edificio formó el núcleo del nuevo palacio, pero todavía no tenía escalera interior.
El 20 de enero de 1874 el rey le dio permiso para que el “Royal Lodge” se trasladase a su actual ubicación, a unos 200 metros de distancia, y el nuevo tramo sur se construyó en su lugar (fase de construcción 5).
No fue hasta ahora que el exterior del palacio adquirió su forma final, y el vestíbulo y la escalera se incorporó en el interior.
La creación del parque natural
La transformación de la “Alpine Hut Building” en la “Villa Real” había marcado consecuencias para su entorno. En 1874 los planes finales para el parque interno fueron presentados por el director Carl Joseph von Effner.
La ampliación de la habitación
En 1885-1886 hubo una fase final de la reconstrucción. El dormitorio bisagra interno, ya que la sala central del complejo, se amplió y se extendió hacia el norte (edificio fase 6). Esta extensa reconstrucción necesaria del palacio y una nueva sección central de la fachada norte, que incluye un techo nuevo para esta zona. No hay nuevas adiciones se hicieron al palacio, que ahora mide 30 x 27 metros, después que el rey Luis II murió en 1886. Él no vivió para ver la terminación de la nueva habitación.
El castillo está formado por un edificio principal, un parque escalonado y una serie de pequeños edificios que recuerdan en su forma y decoración con mitos griegos y árabes, así como las leyendas nórdicas tan amadas por el soberano. El edificio central esta construido estilo barroco, el estilo de los reyes más poderosos. La fachada principal está coronada por una estatua de Hércules sosteniendo la bola del mundo, bajo la cual se haya el escudo de Baviera. Llama la atención las pequeñas dimensiones de este edificio blanco, casi cuadrangular y que cuenta con tan solo diez estancias en su planta noble y que se distribuyen de forma casi simétrica a partir de un eje central en cuyo extremo se encuentra el dormitorio del rey. Muchas de estas estancias carecen de una función específica, pues el rey se reservaba solo una pocas para su uso personal debido al carácter intimista del palacio.
Los interiores suponen la culminación del estilo historicista neobarroco. Desde el vestíbulo, la alusión a Luis XIV es clara pues en el techo encontramos el emblema del rey francés con su divisa, así como una estatua ecuestre de este monarca, réplica de la original emplazada antiguamente en París.
Desde el vestíbulo se accede a una pequeña escalera de mármol que da acceso a la planta noble en la que destaca el dormitorio del rey, relativamente grande para el tamaño del palacio. En realidad el dormitorio primigenio era mas pequeño pero el rey lo consideraba demasiado modesto. Como en Versalles, la cama está separada del resto de la estancia por una balaustrada, que posteriormente, y gracias al pequeño estrado en el que se sitúa el lecho, hizo la veces de pequeño escenario.
Sala de los espejos
En la parte opuesta se encuentra la sala de los espejos, que sobrepasa todas las demás por su exuberancia. El efecto es tal que es difícil saber si lo que uno mira es algo real o es el simple reflejo de uno de los numerosos espejos. En el centro se haya una magnífica tabla de lapislázuli y porcelana. Entre el follaje dorado de las paredes encontramos también vasos de porcelana distribuidos por el salón.
Existen también dos salones de tapices. El del ala oeste o sala de música conserva un Aeolodión, instrumento que combina un piano con una harmónica, de factura muy elaborada y que estaba destinado a ser tocado por Wagner. Lamentablemente el compositor nunca llegó a hacerlo.
Se completa el palacio con otros cuatro salones más pequeños y que se identifican por el color de sus paredes: los gabinetes lila, azul, amarillo y rosa (el único con una función específica pues era el vestidor del rey), de gran belleza y que están decorados con paneles dorados y medallones con los retratos de personajes de la corte de Versalles.
Ya en el parque constatamos la influencia del barroco y del renacimiento italiano. Fue proyectado como una escenografía llena de estatuas, pérgolas y jarrones ornamentales. En el centro se hayan una serie de cascadas artificiales dominadas por el grupo escultórico de Neptuno. Delante del palacios, a los pies de la escalinata se abre un espejo de agua rodeado de estatuas representando los continentes y las estaciones, en cuyo centro la fuente de Flora lanza un chorro de agua a mas de 25 metros de altura. Una de las esculturas mas bellas es la de la Fama dorada. El parque conserva una gran simetría, solo rota por un viejo árbol de mas de 300 años, anterior por tanto al palacio y que Luis II se negó a hacer talar, incluso le tomó tanto cariño que hizo construir una serie de plataformas y rampas para ascender a lo alto de él y hacer de el su lugar de reflexión, donde tomaba el té. Es más, incluso el nombre del palacio hace referencia a él como se ha dicho al principio, su traducción sería “patio de tilos”. Dentro del conjunto hay varios pabellones de inspiración oriental, chozas, ermitas.
Pero si hay algo aun más sorprendente, eso es la Gruta de Venus, inspirada en la ópera Tannhäuser y que queda patente en un mural pintado con escenas de la ópera. Construida detrás del palacio, parece una lugar encantado. Tiene 100 m. de largo y 10 de alto. En ella, prácticamente todo es falso. La paredes de estalactitas están construidas a base de telas y hormigón sobre una estructura de acero. En el centro existe un lago en el que el rey daba paseos sobre una barca con forma de concha. Todo ello se complementa con efecto de luces que funcionaban gracias al primer generador de electricidad de Baviera. Esta estancia era tan fría que se necesitaban cuatro días para caldearla y la temperatura conseguida no superaba los 20 grados.
Contrariamente a sus otros palacios, Luis II pasará mucho tiempo en este palacio, quizás porque aquí encontraba la compañía de los fantasmas que le permitían sentirse acompañado en unos ambientes mas íntimos, viviendo en contacto con la naturaleza y permitiendo dar rienda suelta a su carácter mas reflexivo. Se trata verdaderamente de una joya de palacio.