Considerado el material artificial más antigüo de la historia, se estima que los primeros restos de cerámica fueron encontrados en el período Neolítico, hace más de 9.000 años.
La ciudad de Anatolia (Turquía) fue huésped de los primeros descubrimientos de cerámicas prehistóricas. China, Africa, la América precolombina y Europa Central son otros lugares donde han aparecido restos del objetos en cerámica más antiguos del mundo.
La Olla de Tajos de Cacín (España) es una de las piezas más representativas de la Era Neolítica.
La cerámica china se realizaba con arcilla y a mano; a partir del año 2.600 a.C. comenzó a utilizarse el torno para moldearla. En regiones como Gansú se hacían vasijas en cerámica de textura fina.
En la América precolombina existían formas particulares de objetos en cerámica, lo que le valió una amplia reputación en el viejo mundo. La utilización de barbotina coloreada con pigmentos minerales le daba un estilo especial.
Los primeros estilos en cerámica aparecen en Perú, en el año 900 a.C., a través del estilo que se desarrolló en el pueblo de Chavín (en la Cordillera de los Andes), mediante la representación de jaguares y pumas, animales típicos de la región.
En México aparecen los primeros objetos de uso doméstico, como vasos y vasijas, durante el período preclásico (1500 a.C.). Mientras tanto, en la meseta central aparece el estilo de las culturas de los Mayas, a través de un diseño revolucionario de la época.
La isla de Jaina, en la Península de Yucatán, fue testigo de este arte milenario: figuras humanas, vasos cilíndricos policromados y las urnas funerarias son algunos de los testimonios que han dejado sus habitantes. Varias de estas obras se encuentran en el Museo Chileno de Arte Precolombino.
En Grecia el arte de la cerámica era considerado de relevancia. La elaboración de vasijas y cuencos de diferentes tamaños, como las ánforas (de gran tamaño), el léquito (de cuello largo, para el aceite) y la hidria (para el agua).
Hacia el año 1000 a.C. los griegos utilizaban hornos de cocción para la técnica de la cerámica negra, muy utilizada durante ese período, que fue extensiva a regiones del Imperio Romano.
A partir del siglo XV, España fue el principal productor de cerámica de Europa, gracias a la influencia árabe de sus antepasados. Allí se exploró el desarrollo del estilo vidriado de raigambre oriental y el uso del esgrafiado sobre negro, en pueblos como Córdoba, Sevilla, Almería, Valencia y Toledo.
Con la llegada del siglo XIX Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña fueron otros de los centros de producción de cerámica. Aparece el fenómeno de la cerámica en la Era Industrial, a través de dos corrientes que se dan en la Exposición Mundial de París de 1900 y en la Escuela de Bauhaus en Alemania, a partir de la década del ‘20.
En la era contemporánea, obras de ceramistas como el inglés Bernard Leach (1880-1979) y el español Josep Llorens (1882-1980) han servido de guía para el desarrollo de un estilo que busca un retorno a las raíces populares. Una muestra de ello se observa en el mural que Llorens y el pintor Joan Miró realizaron para ser exhibido en el Museo Artium de Vitoria, en el centro de España.