La construcción en Argentina se ha focalizado en el desarrollo de grandes urbes por un lado y el desarrollo de un espacio rural por otro. A partir de la década de 1990, comenzó un boom de construcción de barrios privados en su mayoría en la Provincia de Buenos Aires y más tarde en todo el país. Estos barrios cerrados, country clubs o urbanizaciones cerradas en las afueras de las ciudades que albergan residentes de clase media y alta. Muchos de estos barrios cerrados tienen amarras para yates y barcos.
La construcción en Argentina a partir de 1830 se desarrolló en las principales urbes a fin de construir numerosos edificios públicos y privados con una estética parisina. La elite local y los ministros de gobierno eran frecuentes visitantes de Francia y ante la elección sobre el estilo de diseño se decantaron por la estética parisina.
Durante la presidencia de Marcelo T de Alvear, se construyeron la mayoría de los edificios señoriales que se ven en ciudades como Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, entre otras. Gracias a los ingresos millonarios que entraron al país por la crisis en Europa y Estados Unidos, provenientes de la venta de trigo al exterior, la construcción en el país se desbordó. Los arquitectos fueron italianos, franceses en su mayoría que trajeron las técnicas y el conocimiento de sus países.
En los últimos 50 años la construcción en Argentina se vió condicionada severamente por varias crisis económicas. Han habido edificios terminados a medias o con materiales de construcción de excelecia por un lado y otra parte del edificio con materiales de menor calidad. Pero la construcción en los años ’60 y ’70 de muchos edificios de la ciudad de Buenos Aires (y de otras tanbién) son de excelente calidad. Pisos amplios, techos altos, excelente diseño, materiales de primer nivel. En las épocas de bonanza económica no se concebía restringir materiales para construir o trabajar con materiales de baja calidad, hacer ambientes demasiado pequeños o baños incómodos como se constuye en la actualidad.
A partir del año 2000 un nuevo boom de la construcción de edificios de viviendas y para oficinas. Es cuando surgen los edificios de pozo. Una vez que la constructora compra un lote de tierra para construir, comienza a vender el proyecto utilizando renders, publicidad en los medios y asesores inmobiliarios a futuros compradores (fiduiciarios) antes de empezar su construcción. Esta modalidad de fideicomiso inmobiliario ha tenido gran éxito en la última década en el país y ha potenciado la construcción en gran medida. Los valores de los departamentos para los fiduciarios son a costo, o sea un 30 a un 40% menos que el valor del mercado. Por lo tanto mucha gente que no tiene acceso a créditos bancarios (que no existen para viviendas hipotecarias en Argentina por las crisis económicas) puede pagar su vivienda en 18 o 24 cuotas que es lo que demora en construirse el edificio. Una vez terminado el edificio y que se entrega la posesión, el valor aumenta automáticamente. Muchos ciudadanos eligen la construcción de pozo con fines de inversión, mientras que otros la eligen para vivienda, para comprar un departamento que no podrían comprar de contado.
Estos edificios nuevos si bien son accesibles, han sido muy criticados por el déficit en su construcción y numerosos derrumbes que han provocado las obras y diseños muy pobres que no tienen mucho que ver con la construcción tradicional de la ciudad.
La construcción en Argentina
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