En el período neolítico (entre el año 6000 y el 3000 a.C.) también conocido como Nueva Edad de Piedra, se dieron notorios avances en la evolución de la humanidad. El hombre descubrió la agricultura y se volvió sedentario y empezó a construir mejores lugares para vivir. Así surgieron las primeras aldeas cuyas chozas eran débiles construcciones de madera y paja. Para evitar ataques de otras tribus y de las fieras, construían las casas sobre los lagos, hoy conocidas como palafito.
Aún no se había descubierto el metal, por lo cual se construía con piedra, paja, adobe y madera.
En la elaboración de los elementos de labranza se empleó el silice, un tipo de piedra que se distingue por su dureza y durabilidad.
La metalurgia comenzó en Oriente próximo, 4000 años a.C. justamente al final del período neolítico.
El oro fue uno de los primeros metales en descubrirse que se encuentra en estado natural en los ríos. Fue utilizado para objetos de culto religioso y para la ornamentación. También se descubrió la plata en este período.
El cobre al igual que el oro era atractivo a la vista y con él se realizaron las primeras armas metálicas. Fue el metal que más se empleó en el neolítico aunque solo se empleó en su estado natural, dado que el cobre es fácil de trabajar a martillo por eso fue el primero en explotarse. El cobre fue usado para piezas ornamentales tales como anillos y brazaletes que se exponían como símbolo de prestigio y de lujo. El cobre se extraía con huesos y piedras para sacar la mena de metal. La mena es una amalgama de piedras y metal. Excavaban en el suelo y eran capaces de seguir las vetas de mena. Rodeaban la piedra de fuego y lo apagaban con agua fría, para hacer estallar la piedra y sacar el cobre. Los pedazos de mena se fundían hasta alcanzar la fundición del metal, normalmente en un contenedor de cerámica resistente al calor.
Se han encontrado elementos de cobre puro en regiones muy distantes entre sí. Más adelante se descubrió que gracias al calor, el cobre podía pasar a estado líquido. Al fundir el cobre y otros metales en el fuego, se descubrieron las aleaciones; las mezclas de diversos metales por fundición.
Aquí es cuando surgen los principios de la metalurgia en la historia de la humanidad, mediante el descubrimiento del bronce que es la mezcla del cobre con el estaño. El bronce al ser más resistente tuvo mayores aplicaciones, lo que dio inicio a la edad de bronce. Con el progreso de la metalurgia apareció el clavo, para su tiempo, uno de los inventos más revolucionarios. El clavo permitía unir vigas en forma firme y construir así casas más sólidas. Otro invento de gran trascendencia en la Edad de bronce fue la rueda. Al sustituir la madera por el metal, la rueda se convirtió en un elemento estratégico para expandir el comercio y para las guerras.
El hierro inició una nueva Era hace 2500 años. El hierro requiere para su fundición de altas temperaturas, es más difícil de trabajar que otros metales y más abundante. Gracias a sus propiedades cortantes se pudo elaborar herramientas mucho más fuertes que el sílice.
La obtención del hierro se consiguió primero en las zonas de la Armenia oriental y se cree que se extraía de los meteoritos que caían a la Tierra. Los asirios y los egipcios lo llamaban hierro del cielo. A pesar de su abundancia el secreto de su elaboración no transcendió a otros pueblos.
El dominio de los metales llevó a la humanidad hacia nuevos caminos, se desarrollaron nuevas tecnologías para la vida cotidiana, la expansión territorial y para el desarrollo artístico.
Hoy la metalurgia está presente en todos los aspectos de la vida y se logra mediante avanzados procesos para la aelación de metales. Desde los postes de alumbrado, los relojes, los electrodomésticos, los automóviles, la lista es interminable.