La albañilería comenzó espontáneamente con la creación de paredes bajas de piedra o construidas con piezas de barro cocido al sol. El mortero era untado en la pared ascendente para prestar la estabilidad y el sellado hermético.
Por el cuarto milenio antes de Cristo, los pueblos de Mesopotamia estaban construyendo palacios y templos de piedra y adobe.
En el tercer milenio, los egipcios erigieron el primero de sus templos de piedra y pirámides. En los últimos siglos antes de Cristo, los griegos perfeccionaron sus templos de piedra caliza y mármol.
Cuando el dominio de la civilización occidental pasó a manos de los romanos, éstos hicieron los primeros arcos a gran escala usando la albañilería, construyendo domos en sus basílicas, baños, palacios y acueductos.
Las civilizaciones medievales, tanto en Europa como el mundo islámico, llevaron la bóveda de mampostería a un plano de desarrollo mucho más elevado y sofisticado.
Los artesanos islámicos construyeron palacios magníficos, mercados y mezquitas de ladrillo, incorporando azulejos de arcilla vidriados. Los europeos focalizaron sus energías en las fortalezas militares y catedrales de piedra, culminando en las bóvedas ojivales y los arbotantes de las grandes iglesias góticas.
Las civilizaciones de América del Sur, Central y Asia llevaron adelante una evolución simultánea en torno a la piedra cortada.
Durante la Revolución Industrial, en Europa y América del Norte, se desarrollaron máquinas para extraer y trabajar la piedra, moldear ladrillos y ayudar en el transporte de estos materiales pesados a la obra. La albañilería cobró especial importancia a partir de la Revolución Industrial, por la producción en serie del concreto, los materiales de construcción tradicionales y la construcción masiva de viviendas.
A partir de aquí, se aplicaron matemáticas sofisticadas, por primera vez al análisis de los arcos de mampostería y al arte de cortar piedra. El cemento Portland se hizo de consumo masivo, permitiendo la construcción de edificios de mampostería, muchos más grandes, fuertes y durables. A finales del siglo XIX, la albañilería empezó a perder su primacía entre los materiales de construcción.
Los altos edificios de las ciudades más importantes requerían vigas de metal para reemplazar las delgadas paredes de mampostería.
El hormigón armado, el vertido rápido y económico en formas simples de madera, comenzó a reemplazar el ladrillo y la mampostería de piedra en cimentaciones y muros. La bóveda de mampostería pesada fue reemplazada por estructuras de techo y piso de acero y concreto.
El siglo XIX se inventó la mampostería hueca, unidad de concreto, que ayudó a reavivar la mampostería como un oficio. El bloque de concreto era mucho más barato que cortar una piedra y requería menos trabajo para ubicar sobre un ladrillo. Se podía combinar además con ladrillo o piedra para conseguir paredes más baratas, que aún fuesen agradables a la vista. La pared de ladrillos, a principios del siglo XIX contribuyó a la revitalización de la albañilería. Se produjo una pared más caliente, más hermética cuando se dispusiera de materiales aislantes adecuados en el medio del siglo XX.
A lo largo del siglo XX, han habido muchas contribuciones a la construcción con mampostería. Estos incluyen el desarrollo de técnicas para la albañilería reforzada de acero, morteros de alta resistencia, piezas de albañilería (ladrillos y ambas unidades de mampostería de concreto) que son mayores en fuerza y unidades de mampostería estructurales de muchos tipos que reducen la cantidad de mano de obra necesaria para la construcción de mampostería. A medida que nos adentramos en el siglo 21, la albañilería sigue siendo popular. La mampostería es la elección de muchos arquitectos, desarrolladores y propietarios de viviendas a causa de su belleza, durabilidad y un sinfín de posibilidades.
Historia de la albañilería
Los egipcios eran conocidos en el mundo antiguo como expertos...
¿Cómo pasa un edificio de la imaginación de un diseñador...
La arquitectura antigua es aquella desarrollada dentro de las civilizaciones...