Para la cosmovisión pre renacentista el Renacimiento arquitecto era equiparable a un constructor, incluso a un carpintero o albañil. No existía ese reconocimiento social o de la elite al arquitecto a pesar de que sus obras fuesen valoradas. La valoración se depositaba en la obra y no en el autor de la misma.
A partir del Renacimiento (siglos XV y XVI) el movimiento cultural que retomó valores de la culura grecolatina para romper con el dogmatismo de la Edad Media, se comenzó a reconocer a los artistas como parte importante de la cultura local. A tal reconocimiento de un renacimiento humanista, siguió un afán por diferenciarse de las artes mecánicas (artesanos, carpinteros, etc.) ya que se reivindicaban las ideas: un arquitecto es un ser que piensa, reflexiona, propone ideas, bastante similar a un escritor o literato. Las técnicas de construcción, el lenguaje de la arquitectura y la utilización de materiales fueron reformulados.
En Roma a finales del siglo XVII los arquitectos toman conciencia de su importancia dentro de la sociedad y a percibir que tenían una ventaja profesional, respecto de pintores y escultores.
El arquitecto fundamental de este cambio fue el italiano Carlo Fontana. A partir del dominio del dibujo, los arquitectos comenzaron a exponer sus ideas, bocetos y proyectos. El proyecto empieza a tener casi tanto valor como la ejecución. Los proyectos se exponen públicamente. Por el interés sucitado socialmente con los proyectos arquitectónicos que invitaban a la opinión y al debate, los arquitectos empiezan a relacionarse de igual a igual con políticos y otras personas influyentes en la sociedad y la cultura.
El Papa y los reyes velaban por la promoción de sus artistas. Luis XIV en Francia también promociona las obras arquitectónicas y crea numerosas academias. Los Estados, especialmente aquellos que abrazaban la monarquía absolutista “competían” en obras arquitectónicas que demostraran poder político y divino junto con el encanto de las bellas artes en su esplendor.
Otro hito en la historia de la arquitectura fue el desarrollo de maquetas. Comienzan a realizarse a finales del siglo XVII y en el siglo XVIII. Las ideas se defienden sobre planos y maquetas que son objeto de debate. La maqueta permanece y salvaguarda la memoria del autor independientemente de cómo se construya el edificio o si se termina la obra.
Por otra parte con la aparición de las academias a finales del siglo XVIII surge la necesidad de una Historia de la Arquitectura: un tiempo de aprendizaje y de importancia de las obras realizadas.