El mosaico es el arte decorativo que se elabora a partir de la disposición de pequeñas piezas de diversos materiales ordenados de manera que formen una determinada imagen. Más comúnmente se utilizan trozos de vidrio, cerámica, piedras y/o maderas. Las teselas, como se llama a estos fragmentos que componen el mosaico, son unidas con yeso u otro adherente para la creación de los diseños.
El mosaico es empleado básicamente como una técnica decorativa, que otorga calidad, estilo y acabado a las construcciones. Puede encontrarse en superficies amplias como paredes, techos o pisos, o en superficies más pequeñas como mesas o bancos.
Si bien esta habilidad existe desde tiempos remotos, algunos indicios señalan que las primeras ornamentaciones con mosaico datan del 3.500 A.c., fueron los romanos quienes lo perfeccionaron durante el siglo II A.c. y desarrollaron más ampliamente, dejando incluso los nombres de las variantes de mosaico.
Posteriormente, el mosaico será retomado por pintores en el Renacimiento, luego de haber sido relegado en la Edad Media. Ya en el siglo XX, será el Art Nouveau la encargada de revalorizar esta antigua técnica, aplicándola en sus edificaciones y en sus objetos decorativos.
Existen diferentes estilos de mosaico producto de su producción en diversas culturas. Entre estos, se destacó el estilo Bizantino que se caracteriza por haber incorporado teselas de oro, plata y piedras preciosas en sus obras. Un clásico ejemplo de este sofisticado tipo es la basílica de San Marcos de Venecia que aun hoy puede ser apreciado.