La construcción de monumentos a menudo se realiza para conmemorar una victoria, un personaje de gran valor histórico o puede ser un regalo a una ciudad.
En la antigüedad la construcción de monumentos estaba relacionada con las ofrendas a los dioses, como se puede apreciar en el antigüo Egipto con las fastuosas pirámides para sepultar a los faraones o en la arquitectura precolombina con las pirámides para sacrificos humanos de Teotihuacán o Tikal. Los monumentos eran construidos en piedra y tallados durante meses. La construcción de monumentos era la demostración de poder y alcurnia de los grandes y sus sucesores trataban de superarlos.
En la Edad Media la construcción de monumentos a menudo era fruto de la decisión de un gobernante o monarca que desea a través del mismo conmemorar victorias o glorificar su figura o la de algún ancestro para la posteridad. La columna de Trajano en Roma cuyos frisos rememoran las victorias de los romanos contra los germanos a principios de nuestra era, es un claro ejemplo del valor que le daban a la construcción de monumentos ya que se talló directamente de una montaña de granito.
Las grandes catedrales y basílicas europeas pueden ser consideradas grandes monumentos de la modernidad como ofrenda a Dios.
En la actualidad los monumentos rememoran próceres libertadores en América Latina como Simón Bolívar, Martín Miguel de Güemeso el General San Martín.
O la estatua de Rodin que se encuentra en Buenos Aires, una de las pocas que hay en el mundo.