El clasicismo del siglo XIX pretendía establecer un ejemplo y a la vez educar. Ambos objetivos se concentraban en la idea del monumento. Ninguna época tuvo más monumentos que el siglo XIX, en ninguna otra se construyeron tantos. El Panteón situado sobre el Theresienwiese en Munich rememora a un templo griego. En su interior están situados los bustos de hombres famosos, se realza su gloria con la estatua colosal de Baviera, la personificación del Estado de Baviera con el león en su escudo de armas. Monumento a la gloria nacional y al arte de fundir bronce.
No sólo los monumentos reflejaron el carácter del siglo XIX. Sin también la arquitectura y la planificación urbana.
En la gliptoteca de Munich, de Leon von Klenze, un museo de estatuas griegas y romanas, el motivo del pórtico de columnas jónicas es parte de una totalidad espacial, cuya fuerza de expresión arquitectónica pretendía elevar a los ciudadanos al estado más sublime de mente y espíritu. El edificio fue encargado por el rey Luis I de Baviera con la esperanza de que la contemplación de las formas griegas, pudiera implantar el espíritu griego y su cultura en el norte. El arte le aseguró un lugar en la historia. En la planificación urbana, tal como el diseño único de la LudwingStrasse de Munich el historicismo se manifestó como una fuerza viva y original en el diseño. De 1816 en adelante se levantó una zona de arquitectura urbana ideal. Una calle que entre dos puntos incorpora la reconstrucción de una logia de ciudad italiana y un arco de triunfo romano, edificios de administración, palacios aristocráticos, casas de ciudadanos y la Universidad. Las fachadas anchas y la uniformidad de los aleros, dan la impresión de claridad cristalina en toda la zona.
El rey Luis I pretendía que en esta calle, se uniera Roma y Grecia.
En lo alto de un meandro del Danubio, von Klenze realizó un largo sueño de su rey: un monumento a las guerras de liberación que acabaran con el dominio napoleónico. El Hall de la liberación se terminó de construir en 1863. Personificaciones de todas las tribus germánicas montan guardia en lo alto de los contrafuertes. En el interior se erigen 34 estatuas de diosas de la victoria, todas sostienen escudos de bronce bañados en oro.
El siglo XIX aspiraba a la perfección técnica. El clacisimo puso su énfasis en la claridad racional.