Los arcos son los elementos constructivos que se despliegan entre dos pilares o muros. Se caracterizan por poseer una forma de medio punto, es decir de círculo cortado exactamente a la mitad. A partir del aprovechamiento del empuje, el peso que soporta el arco es trasladado a los apoyos, denominándoselo por esto como un sistema en equilibrio. Comúnmente, los arcos son empleados para la terminación de aperturas, ya que por medio de su trayecto franquean espacios más o menos grandes.
Los arcos se componen por dovelas, como se llama a las piezas de disposición radial cortadas en ángulo con las que se los construye. Éstas, se encuentran sometidas a esfuerzos de compresión y dirigen los empujes horizontales hacia el exterior. Tradicionalmente las dovelas se fabricaban en piedra o ladrillo, pero actualmente es más frecuente encontrarlas de hormigón.
Además, se usa una clave o pieza central que es la última a ser colocada en la construcción de un arco, es de mayor tamaño y suele estar decorada. Mientras, las restantes piezas son sostenidas mediante una cimbra o estructura de madera o metal de forma arqueada.
A partir de los arcos se deducen otros elementos constructivos como las cúpulas o domos, edificadas mediante la conjunción de arcos iguales que se apoyan en una circunferencia y se encuentran rotados respecto de un punto central de simetría. Las cúpulas se utilizan para cubrir espacios de planta circulares, cuadrados, poligonales o elípticos, y generan un techo circular con forma de domo.
Antiguamente, se desarrollaron lo que se conoce como “falsas cúpulas” como los iglúes, ya que en realidad consistían en la superposición de hileras de piezas que se iban cerrando hacia el centro. Las cúpulas “verdaderas” se descubrieron con posterioridad y se componen por dovelas y una clave superior que resiste los esfuerzos de compresión. Las cúpulas plantearon a sus constructores la dificultad de cómo contrarrestar los esfuerzos horizontales en la base. Para ello, se han fomentado los contrafuertes pesados de obra, otras cúpulas o semicúpulas y zunchos.
La palabra cúpula tiene sus raíces en la griega kupellon que significa pequeña taza, se supone que se la llama así por el aspecto que adquiere este tipo de cubierta. Las cúpulas además pueden adoptar diversas variantes en sus formas, como ejemplifican las acebolladas de la Catedral de San Basilio en Moscú.