La soldadura es un proceso de fabricación en el que se unen dos materiales que pueden ser metales o termoplásticos. Debe fundirse por medio de la coalescencia (o fusión), la misma que se realiza para la aleación de los metales. Los materiales a ser fundidos primero deben ser mojados por la aleación de la soldadura.
De esta manera las moléculas de esta pasta pueden penetrar la estructura del metal (o plástico) y así conformar una estructura sólida que una los dos materiales básicos. Este proceso puede darse por presión y calor de los materiales fundiéndolos o creando un enlace entre ellos. Si los metales que deben unirse no están limpios, la soldadura será de baja calidad, más propensa a quebrarse.
La soldadura es un sistema industrial, pero también puede utilizarse en otros lugares: al aire libre, bajo el agua, incluso en el espacio. Debe manejarse con extremo cuidado, previniendo quemaduras, humos venenosos y la sobreexposición a la luz ultravioleta.
Todavía a finales del siglo XIX la única forma de soldadura era de fragua, juntar los metales calentándolos y golpeándolos. La demanda de juntas más económicas y confiables que produjeron la Primera y la Segunda Guerra Mundial generaron la evolución de proceso de soldadura.