Absolutamente magnífico, este gran templo de roca cortada uno de los dos que encargó Ramsés II para honrar su memoria y que aún sobrevive. Ubicado originalmente en el Alto Nilo (1290-1224 a.C.) fue trasladado en los años ’60 por la construcción de la represa hidroeléctrica Aswan High Dam.
El Templo fue removido piedra por piedra por obreros que cortaron cuidadosamente las piedras antiquisimas durante diez años, reubicándolas en un espacio similar no muy lejos de ahí.
La fachada del Abu-Simbel es de 38 m. de ancho por 33 de alto, modelada en la roca granítica adoptando la forma de una pílono.
El Templo de Abu-Simbel es característico por su imponente fachada, formada por un pílono y cuatro estatuas gigantescas de 20 metros de altura de Ramses II sentado, dos a cada lado de la entrada principal. A sus pies hay estatuas de su esposa Nefertiti, su madre Mu-tuy y sus hijos. Por encima, una fila de monos babuinos tallados sonriendo al sol naciente.
Delante de los pedestales de los colosos se alzan estatuas de halcones y del propio rey en actitud de marcha.
La fachada tiene numerosos relieves sobre las victorias de Ramsés II sobre sus enemigos, así como inscripciones alusivas a sus campañas contra los pueblos de Siria.
La puerta central conduce al interior del templo, cuya disposición general sigue el modelo de las grandes construcciones religiosas de Tebas: en primer lugar se accede a una cámara, a modo de primera sala hipóstila, con pilares monolíticos en forma de figuras osíricas; desde ella se penetra en la que ha sido considerada como la sala hipóstila; al fondo una tercera cámara o santuario con estatuas de Ramsés y de los dioses Ptah, Amón y Ra.
Una de las gigantescas estatuas de Ramses II, fue destruida por un terremoto.