La más elemental de las definiciones de arquitectura nos dice que es el arte de proyectar y construir edificios. Si nos preguntamos por el sentido de estas palabras descubriremos que son esenciales. En primer lugar, la arquitectura es algo que sobrepasa el simple cumplimiento de la necesidad de cobijarse para perderse en el territorio del arte. En segundo lugar, este arte consiste no solamente en construir, en ejecutar las obras, sino en concebirlas y proyectarlas, en imaginarlas. El tercer término de la definición se refiere al objeto de la arquitectura; la edificación.
Proponemos ampliar este término y sustituirlo por otro más amplio, el entorno humano; el entorno más dilatado: ciudades, caminos, jardines, horizontes y siluetas. Y el entorno más íntimo y próximo al hombre; objetos cotidianos, muebles, objetos decorativos y útiles de la casa y de la ciudad, objetos significativos, conmemorativos, desde la tumba al monumento.
La presencia de la arquitectura en nuestra vida es, pues, constante, pero nos limitamos a utilizarla y a convivir con ella, sin preguntarnos sobre su significado, sin aprender a conocerla mejor. El conocimiento de la arquitectura, significa el conocimiento de nuestro entorno. Y se puede realizar a partir de una nueva definición de arquitectura: la arquitectura es el arte de proyectar y construir el entrono humano.